¿Querer sin esperanza?

"Así como el incienso reanima la vida de  las brasas, la plegaria reanima las esperanzas del corazón", nos cuenta Johann Wolfgang von Goethe en sus Máximas y reflexiones (671). En esta bella analogía, la plegaria es el incienso que anima las brasas del corazón dándole una esperanza. 

Dicho en otras palabras, la esperanza nos alegra al traernos a presente lo creído por la fe en un futuro.

Un corazón sin fuego, apagado, hiela el ser entero de la persona. Eso es la persona sin esperanza. Si bien los versos de una "jota" (canción popular española) cantan: "El querer sin esperanza es el más lindo querer. Porque quiero y nada espero, mira si te quiero bien".

El hombre sin esperanza se detiene, no hay más allá. Te quiero porque te quiero, viene a decirnos. No me me preguntes más. La pregunta entonces, queda así: ¿Se puede querer sin esperar nada a cambio? Un romántico,dejado llevar por los vientos impetuosos del momento, bien podría suscribir, en un arrebato, ese querer sin esperanza alguna. Pero este tipo de querer, quema, destruyendo el objeto de nuestros amores. Todo se apaga entonces y quédase uno sin nada.

Es el caso del materialista: cree sólo en lo inmediato, un mundo cada vez más cercano, sin esperanza. Es el famoso "tanto tienes, tanto vales".

De la misma manera, podemos preguntarnos si es posible esperar sin querer. En este caso, resulta el hielo, una figura incapaz de relacionarse con nadie, si aun consigo mismo.
Todo se ve a cámara lenta, sin ilusión, pues lo porvenir se asemeja en el alma a lo anterior, incapacitado como se está para descubrir matices.

Por consiguiente, el querer espera el amor, fundirse con él y formar una sola cosa, inagotable, siempre nueva. Se cree en esta posibilidad porque es real, y llena el alma de esperanza al irse acercando a ese amor, que es la meta. O, puesto de otra manera, el amor descubre las facetas de las cosas por venir en las que se cree.

Sn Pablo nos advierte de ese punto: en esa vida necesitamos de la fe y de la esperanza. Sólo después, en la vida sin tiempo, en el momento eterno, será posible ese vivir sólo de amor, sin esperanza, pues se posee ya lo que se creía llegar a obtener.

Entonces, un viejo enamorado se acerca a la perfección. Y el joven la alcanza si es digno de confianza y tiene paciencia: esperando, es decir, con plegaria. Por eso, además, un viejo puede ser joven. ¿Y viceversa?: Quién sabe.







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