La desigualdad del mundo: ahora resulta que es un problema de comunicación










El pintor de Cadaqués, Salvador Dalí, decía en televisión mordiendo cada una de las palabras: "Tengo la impresión de que me estoy haciendo ligeramente multimillonario".

Como al rey Midas, todo lo que hacía, en el rango de lo excéntrico,  le procuraba publicidad y pingües ganancias. Su mujer, Gala, estaba acostumbrada a sus desplantes y muchos creen que ella estaba detrás de muchos de sus salidas de tono con ánimo publicitario.

La historia de hoy no es acerca de Dalí, sino de la facilidad conque muchos hacen dinero y, cómo a su vez, se van abriendo en los países desarrollados la brecha entre quienes mucho tienen y quienes no saben cómo van a acabar el día al no tener un mínimo con qué proveer a su familia.

Es, parece ser, un problema de comunicación. Los que mucho tienen no hablan, no se cruzan en el camino, con quienes nada tienen. 

Al menos esa es la impresión que se obtienen tras leer las declaraciones de Jorge Pérez, un hijo de padres cubanos, afincado en Miami. "Hoy, dice este aficionado al arte y uno de los más ricos del mundo, existe una cantidad ingente de dinero en el mundo; la verdad, sobra. La gente no sabe donde parquearlo". 

Así se explayaba este magnate en una entrevista a El País a su paso por la capital de España. "Tengo cinco millones de de dólares, cómprame arte para la casa", le suelen decir sus amigos.


Y en esta frase descubrimos porqué las diferencias del mundo vienen a ser un problema de comunicación ya que  según los estadounidenses: likes talk to likes (los iguales hablan con sus iguales). En  los países de El Quijote, se suele decir que Dios los cría y ellos se juntan, que nos puede remitir a la lengua se Shakespeare, ahora que celebran juntos su 400 aniversario) con un dicho común: two of a feather, flock together (los pájaros del mismo plumaje anidan o se alimentan juntos).

En efecto, parece ser que los poderosos no se enteran de las necesidades ajenas, ni de las causas que llevan a tantas vidas humanas a vivir debajo del umbral de pobreza.

Por consiguiente, y tal vez usted no lo había pensado así, hemos dado con la clave de  la desigualdad del mundo: viene de un problema de comunicación. Ahora los expertos ya lo saben.



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