Cuaresma: lo resisto todo menos la tentación






Jesús tentado por el demonio para que convierta las piedras en pan.









¿Por qué tanto ayuno y abstinencia durante la cuaresma?

Los evangelios nos remiten a los 40 días de Jesús en el desierto, donde ayunó. Entonces, según san Mateo, "el Espíritu llevó a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo". Por tres veces lo intenta y Satanás se da por vencido...de momento. 

Estas tres tentaciones se han visto como un paradigma de las ataduras más recias del hombre con las atracciones del mundo y de la carne (Juan las llama "concupiscencias"), y de las que resulta difícil librarse sin más. Óscar Wilde solía repetir: Lo resisto todo menos la tentación. Pero tenemos ejemplos extraordinarios en  la historia de hombre que nos enseñan cómo vencer en esta lucha desigual con el demonio.

Pero, ¿por qué debe decirse no a estas llamadas? En primer lugar, porque uno es libre.
Sabemos que la naturaleza humana está inclinada al mal. Caída como está, le cuesta levantarse de la cama cada día y obrar luego como es debido. Por eso la libertad es libre de su naturaleza. Se orienta al bien y  la verdad, con independencia de que éso ahora esté de moda o no, guste o no guste.

Los agoreros de la raza humana, parecen estar de acuerdo de hecho para denostar la insistencia de la tradición cristiana a la hora de esforzarse por conseguir el fin para el que han sido creados: el cielo, la salvación.

Pero, ¿por qué sacrificios y esfuerzos? Es bien simple, pero los sabios de estos últimos tiempos, no han sabido  precisar una respuesta. Se escudan en su concepto de libertad: no se puede bombardear este "patrimonio de la humanidad", como hoy está en boga decir, con constreñimientos "sobrenaturales", más allá de la razón, nos diría Kant. En esa línea discurrirán los ataques de Marx, objetando que la única "lucha" debe ser  en contra de la clase dominante, no contra las tendencias torcidas del hombre. Y los de Nietzsche, abogando por disfrutar del placer (que tanto cautiva a los jóvenes) aduce que la ascética es "represión contra naturam". Por supuesto, Freud elabora su teoría de los "impulsos" como compensaciones legítimas ante las imposiciones de la religión monoteísta siempre tan insistente en la idea de pecado, sin fundamento alguno.

En efecto, todas estas ideas has ido calando en el ánimo de los cristianos, que culmina en el famosa "puesta al día" (aggiornamento) que explota en el Concilio Vaticano II y continúa hasta hoy. A un fiel católico no se le puede exigir nada, ni siquiera el ayuno eucarístico de una hora antes de recibir el sacramento, ni que comulgue en gracia.

Todo esto supone un esfuerzo fuera de lo que tiene sentido para un hombre moderno, después de estas ideas filtradas durante centurias. Si vemos la historia de los santos, de cualquier época, nos encontramos con personas sin miedos ni a la vida ni a la muerte, alegres, emprendedores, siempre con la confianza puesta en Dios y capaces de realizar trabajos que humanamente excedían  sus posibilidades humanas y materiales.

La corrupción externa de la que tanto se habla, tiene sus raíces dentro.

El permisivismo moral está de moda: 
Se resiste todo menos la tentación.


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