¿Tenía Jesús buen humor?

Un santo sin buen humor es un triste santo, decía y dejó escrito  Josemaría Escrivá, un santo de nuestro tiempo. La Sagrada Escritura dice que las delicias de Dios son "jugar" con los hijos de los hombres. Debemos arrancar desde este punto.

Por supuesto, nadie duda de la santidad de Jesucristo, que era verdaderamente Hijo de Dios. ¿Pero en dónde se pueden encontrar sus rasgos de buen humor?

Si Jesús es el Hijo de Dios, debemos rastrear desde la Trinidad  misma el principio del humor. Así, en el tiempo en que no había tiempo, en una idea genial, decidieron las tres personas hacer el hombre. Eso no tiene ningún chiste: el chiste comienza cuando especifican que lo quieren hacer a su "imagen y semejanza". No hay más que mirarnos para caer en la cuenta de que andamos más cerca del bucéfalo que de la imagen divina. Pero no por su culpa, sino porque el hombre quiso salirse del guacal y acabó como lo vemos. 

El humor extremo aparece cuando la Trinidad decide enviar a su embajador angélico
para "preguntar" a una doncella de pueblo si quería ser la Madre de Dios, sin que mediara  recurso humano alguno. En su plan, la Trinidad, a sabiendas de la desobediencia del hombre, había decidido redimirlo por medio de su propio hijo encarnado.

Al pobre de san José, esposo de María, se ve metido en este juego, que "no entiende". Sólo a la pariente de María, Isabel, iba a revelársele el plan divino, que se manifiesta "al llegar la plenitud de los tiempos" en un pesebre de las afueras de Belén,  donde nace el niño Jesús, lejos de Nazaret, la casa de sus padres, por la "ocurrencia" del César que quiere contar cuántos  súbditos tenía. ¡Qué oportuno!

Días después de nacer, de nuevo un embajador angélico avisa a José para que "huya" a Egipto con el hijo y su madre, hasta que él les avise. Herodes quería matarlo. Un aviso pesado en medio de la noche, del que Dios los podía haber librado, y así no adentrarse en un país desconocido para evitar la "muerte" de Dios hecho hombre.

Después el niño Jesús se "pierde" de sus padres en su primer viaje a Jerusalén. San José muere sin que su hijo, según se creía,  haga un milagro por salvarle. Luego    multiplica el vino en Caná aunque "no había llegado su hora". Y reúne a doce discípulos para fundar su Iglesia "universal" de entre la gente ordinaria de su tierra y de su tiempo. Tras caminar por tres años las tierras de Palestina, "muere" en la cruz, y su resurrección supone el gran "triunfo" de la fe, que dura hasta hoy.

Por eso la Escritura dice que los caminos de Dios no son nuestros caminos. Él llega al fin propuesto por sendas impensables para nosotros. Tal vez ahí radique el sentido del humor. ¿Qué pensará Dios de nuestros pensamientos? Creo que las noches que Jesús pasaba en oración, eso era lo  que le contaba a su Padre, porque la gente con quienes andaba "no entendían nada".

Estos hombres llegan incluso a ser por "gracia" lo que Jesucristo es por "naturaleza": hijos de Dios. Herederos de un cielo que habían perdido. Un movimiento de ficha a lo divino, que el mismo Satanás ni siquiera había intuido. 

Creo que cuando se lee el Antiguo Testamento, la historia de los patriarcas y profetas, descubrimos diálogos divertidísimos. Algo así como en las primeras apariciones de Jesús a sus discípulos después de resucitar. 

Por ejemplo. En su primera aparición a María Magdalena, en los alrededores del sepulcro, ella no le reconoció. Jesús le dice: ---"Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Por supuesto, Jesús sabía quién era ella y qué hacía, pero deja que un rasgo de buen humor salte al primer plano.

Otro ejemplo. ---Los apóstoles no habían pescado nada en toda la noche. Jesús les pregunta desde la playa al amanecer cuando se les aparece, sin reconocerle: 
"---¿Tenéis algo que comer?". Cansados, con sueño y hambre, y un sujeto viene a pedirles comida...

En fin, lo que para nosotros puede ser un verdadero drama, para Dios puede resultar un juego, porque para Él no hay imposibles.









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