Por qué la guerra de Ucrania parece no tener fin: Pero hay esperanza


El rey David, hace 3 mil años, en uno de sus salmos se preguntaba por el porqué de las guerras entre pueblos y naciones.

Hoy nos quedamos sin respuesta ante la misma pregunta. Por alguna razón o sin ninguna, los hombres resuelven sus diferencias quitando de en medio al semejante contrario.

¿Cuántos muertos debe haber para resolver un conflicto? Sabemos por experiencia, triste, de  la futilidad de la muerte para entrever siquiera las posturas de quienes se involucran desde una pelea callejera hasta una guerra nuclear. De hecho, en la actual guerra de Ucrania, las partes, o una de ellas, considera la posibilidad de escarmentar al contrario mediante el uso de artillería nuclear. Los países  del mundo decididos a ayudar en esa contienda, lo hacen surtiendo armas a su aliado, pero son incapaces de entablar una serie de conversaciones para poner en claro la razonó razones de sus mortíferos ataques.

Y nos preguntamos por qué. El dicho popular sobre el perro y la rabia defiende la idea de matar al can para acabar con la rabia. Esta tesis no repara en la presencia de la rabia hasta el día de hoy, a pesar de haber dado muerte a muchos perros. Pasa lo mismo con la guerra. Destruyendo al contrario no termina con las diferencias entre iguales. Tenemos el ejemplo claro de los hijos de la primera familia de la tierra, Caín y Abel. Este piadoso, aquél no. Cuando la presencia divina desaparece de escena, incluso lo bueno del otro puede molestar al vecino.  

La "relación" es un concepto de gran realismo y, por tanto, con grandes  consecuencias. Su ausencia, sume a la persona en la soledad, clave de inagotable fuente de graves problemas, siendo el principal de ellos, la falta de sentido de la vida. Se instala en el alma la experiencia de ser un inútil y una carga para los demás. Y suele resultar común buscar una salida de esta vida.

Ahora en los jóvenes se advierten dos tendencias. Por un lado, la juventud no acaba de proporcionar las satisfacciones esperadas; y el matrimonio se ve como una carga innecesaria cuando se piensa en el compromiso que conlleva y en los hijos que no se desean. Muchos jóvenes entonces, optan por dejar este mundo y el número de suicidios en el mundo desarrollado crece de una manera alarmante. En el caso del matrimonio, se ve una carga innecesaria cuando sólo se considera la relación sexual y la relativa compañía del vivir emparejados sin compromiso.

Entonces, crecen los suicidios, decrecen los matrimonios y los hijos, y la guerra se instala en el interior de las personas viviendo en soledad. Las otras guerras, las de los conflictos y armamentos  de alta gama, suceden en ámbitos donde se ha dejado a Dios de lado, y con ello, la pesantez de los mandamientos que, podrían proteger de las agresiones sin fin.

Al vivir como si Dios no existiera, uno se hace "dios", y hace lo que le place, siguiendo sin saberlo, quizá, la primera propuesta de Satanás a nuestros primeros padres: "seréis como dioses", si me hacéis caso a mí. Así, el señor de la "mentira" enemista y hace la guerra entre los hombres en una carrera sin fin.

Se requiere que desaparezcan las armas, por un lado; por otro, se necesita una "rectitud moral", sin la que las palabras se las lleva el viento. 

           

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