¿Por qué en Navidad todos esperan algo bueno...aunque no crean?

La verdad, no sé la respuesta a esta pregunta. Pero, nace de una observación general, en el mundo infante, en el de los adolescentes, adultos y ancianos. No ocurre, sin embargo, en otras épocas y celebraciones del año.

A riesgo de cometer un error grave, me aventuraría a dar una respuesta. En ell fondo todo, incluso la ciencia, funciona así. Se empieza teniendo una mirada en el entorno, algo nos llama la atención y nos preguntamos, no siempre, por el porqué de aquello. 

Solemos decir: es que Fulanito es muy observador, sin darnos cuenta del proceso entre atisbar algo y dar con su razón de ser. 

En el caso de la Navidad, descubrimos el  y venir de la gente, saludándose incluso de manera especial sin conocerse siquiera, en ciertas ocasiones. El panadero, el encargado de una tienda de ultramarinos, el cartero, reciben un deseo de felicidad ausente en otros meses del año. Y se alegran dando una sonrisa o devolviendo también un saludo similar a quien así los trata.

En el fondo, según creo, a modo de hipótesis, se trata del descubrimiento de algo ausente del resto del año. Se trata de la esperanza. Cuando aparece en nuestra vida, todavía se ilumina, como si se abriera una espesa cortina y dejara pasar la luz, los rayos del sol. Visto así, eso sería la esperanza: algo bueno por venir.

Aceptar esto supone la presencia de esa cortina en la vida diaria impidiendo el paso de la luz. Hay luz, sí, pero ahí,  fuera de mi alcance. 

Pero hace falta creer en la presencia de esa luz, iluminadora del todo. Es el primer paso antes de pasar a la esperanza. Pero de eso se trata en el Adviento: es un ir dando pasos hasta caer rendido ante el pesebre, ante un niño, que verdaderamente es Dios. Y como es un don, se pide, y ya está. Jesús, el niño, se encarga de la esperanza; el Padre, de la fe; y el Espíritu Santo de la caridad, amor.

Un abrazo navideño a cada uno, lector de esta nota.