Encontrar a los amigos de antaño en Navidad

Hay amigos de siempre y para siempre. La balanza de Navidad, sin embargo, con el paso de los años, va silenciando



algunas de las voces de quienes siempre estuvieron presentes. Ya no aparecen sus felicitaciones navideñas en el correo, como solían, remitidas puntualmente año tras año. Ni siquiera en los chats.

Este silencio nos remite sin pretenderlo a los tiempos de auge, donde las alegrías se contagiaban por cualquier medio precisamente en el tiempo navideño. Es cierto, ahora la gente se comunica menos en estas fiestas, a pesar de tener tantos medios a su alcance.

Quizá se deba a un declinar de las creencias religiosas, y al no sentirlas como una parte esencial o fundamental de la celebración se disimula su paso con un falso respeto a las creencias personales, al no sentir la alegría, incluso la euforia, al llegar estos días de Navidad.

Recuerdo en la niñez cómo se contaban los días antes de estas fiestas, y se visitaban los "belenes" expuestos en diversos lugares públicos, sin que nadie se sintiera ofendido. Hoy día nos hemos vuelto muy delicados con las creencias de los demás, justo cuando ya muchos no creen en nada. Las luces y las compras tratan de llenar ese hueco, y las cenas de antaño, repletas de buen humor, se han convertido en puntos peligrosos de incendio emocional donde salen a relucir puntos de discusión conducentes a serios percances y riñas.

En fin, la creencia no puede ser impuesta ni sustituida con música ni regalos. Hemos ido perdiendo la fe en el verdadero significado de la Navidad, donde el amor iba llenando los huecos dejados en una relación con Dios y con los demás. De ahí la esperanza  en estas fiestas, donde se podían encontrar a los amigos de antaño, aunque su número fuera decreciendo con el tiempo.

Se ha querido sustituir el el canto de los ángeles, la llegada de los pastores y de los Magos, con simbologías completamente ajenas al significado de esta fiesta tan entrañable. 


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