Esperando a Godot.., si hubiere amor


Es difícil esperar a quien o en quien no se cree. Godot es uno de esos casos. Una pareja, Estragón y Vladimir, dialoga sin sentido alguno desde el principio de la obra hasta el final. Esperando a Godot es, quizá, la primer obra de teatro donde el "absurdo" es la parte central de tema...

Samuel Beckett, el autor, toca el nervio de la vida actual de muchos hombres: van y vienen, se saludan, vuelven a ir, pero su pensamiento y actividad no llegan a ninguna parte. Los días se suceden con mayor o menor fortuna, en un camino donde se cruzan miles, atareados siempre, sin saber para qué y a dónde se dirigen.

Es el atardecer en un paisaje llano, donde sólo la presencia de un árbol seco los acompaña, aunque a veces reverdece un poco. Nadie pasa tampoco por ese camino. No sienten ningún afecto por la presencia del otro. Nada guardan en su interior, porque nada tienen, que pudiera animarles en ese paso del tiempo. 

Por supuesto, el amor no sale a escena. La existencia está vacía de cualquier destello de afecto aunque fuera una sola palabra. Es el absurdo, el infierno en la tierra. 

Jesús en sus largas caminatas por las aldeas y poblados de Palestina y Judea solía encontrarse con quienes la sociedad  había abandonado: un ciego, paralíticos que no podían moverse ni tenían a alguien que les pudiera tender  mano, enfermos incurables, mujeres abandonadas, niños sin acceso a la cultura ni a la sociedad, sordos y mudos, incluso a una mujer viuda acompañando en un  sepelio a su único hijo muerto... En su corta vida pública salió al encuentro de muchos cuya vida parecía absurda, sin consuelo, sin una palabra de aliento de nadie.

El  hombre, desprovisto del recurso del amor, nada es, para nada sirve. ¡Tantos años sobre la tierra y no hemos aprendido ese principio de convivencia alegre y confiada, a pesar de los pesares, yendo por el mismo camino, conducente al mismo fin, y, sin embargo, nos movemos como autómatas, sin pestañear siquiera a quien se mueve a nuestro lado!

Lo vemos cada día: el tiempo se acaba y ya no habrá vuelta de hoja. Sólo un decidido ¡ahora!  puede cambiar el rumbo de esa hoja caída que, cayendo, todavía no ha tocado el suelo. Esa es la única "esperanza" de quien la tiene puesta en "God", sin importar lo que su vida haya sido, pues todavía aletea la misericordia, ésa nacida del amor.

Las hojas no cesan de caer...

 






























































































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