En busca del tiempo perdido


Marcel Proust (1871-1922) cautivó al mundo con el título de su libro, desarrollado en siete partes, En busca del tiempo perdido. En realidad, el tiempo, perdido o no, sólo se puede rastrear en la memoria, y cobra un sentido nuevo frente a la eternidad.

Suele ocurrir con más frecuencia durante las noches, y el tiempo aparece en primer plano. Por ejemplo, Proust, dormía durante el día, y escribía durante la noche en una habitación forrada de corcho para apagar los ruidos del exterior, cuando no se le invitaba a  las fiestas en casa de los amigos, algo bastante común en él; de esta manera sabía los pormenores de sus vidas, que luego usaba para componer los relatos de sus escritos, rascando en el tiempo de su memoria.

Los santos  sin embargo, apenas les queda tiempo que perder. Por ejemplo, la santa de Ávila, Teresa (1515-1582), después de días de intenso trabajo, suele contar algunos detalles de su vida en breves relatos, y, con frecuencia,  no faltan en ellos algunas de sus locuciones con el Señor ocurridas durante la noche, donde, fatigada, le oye decir:  "Quiero que veas lo poco que puedes sin mí". No nos debe llevar a engaño esta anécdota breve de su vida, de la que, con grandes trabajos durante mucho tiempo, llegó a escribir más de mil páginas; durante el día, en los pasillos del convento; y en su habitación a la noche, cuando tenía su lugar disponible. Otro tanto podemos decir de su confidente y primer seguidor de Teresa, san Juan de la Cruz. Ella, con apenas tiempo,  dejó 17 fundaciones de las Descalzas por toda España, desde Ávila hasta Sevilla, en apenas veinte años, yendo a lomos de  mula y en carreta. Impaciente, decía del tiempo que aún le quedaba, que moría porque no moría.

Escribir ahora no lleva tanto tiempo, y puede redituar además pingües beneficios, como sería el caso del Premio Planeta dado este año, hace unos días,  por primera vez, con una dotación de 1 millón de euros. La  novela premiada iba firmada con nombre de mujer, pero en realidad fue escrita por tres hombres, caso insólito en la historia de la novela.

Queda claro: ahora el tiempo se compra con dinero, como sería también el caso de los fichajes millonarios de algunos deportistas. Lo que no queda tan claro es si con él se puede comprar la eternidad























 

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