El absurdo nace del querer comprender sin conocer

El hombre no está preparado para concebir el absurdo, excepto que se encierre en sus pensamientos y de ellos pretenda derivar la realidad. 

El hombre sí está preparado para conocer, a partir de una intuición sensible de un ser pensado por el entendimiento dando así paso a un concepto.

Primero las cosas son; luego se conocen. Sin ellas sería imposible el conocimiento. Por eso, prescindir de las cosas, y empezar a tejer el mundo a partir de los pensamientos propios o ajenos, resta lulta incomprensible.

Y, sin embargo, grandes cabezas de la historia, han seguido ese camino de la "recreación" del mundo, siguiendo su propia inercia mental.

Al final, se logra poner al creador de todas las cosas en la trastienda, y ser, como prometía al hombre el primer seductor de la historia: ser como dioses.

Ya no se llaman las cosas por s nombre. El hombre viene a ser un algo inacabado, transformable, cambiante, según el capricho de la moda. No se contenta con ser "alguien",  y se propone estar siempre en una continua evolución siendo "algo" indefinido.

Por supuesto, el hombre está llamado a ir cambiando espiritualmente para ir pareciéndose más y más a su creador, de quien es imagen y semejanza, hasta identificarse con él con la ayuda de la "gracia". No es una cuestión de método, sino de "abandono" en las manos de quien nos ha hecho así, y no se aparta de nuestro lado porque nos quiere; este es su punto débil: es Amor.

La penuria del mundo es hoy, haber dejado de lado la realidad. Se ha dejado de "conocer" y se dedica el hombre a "pensar". No pasaría nada si este camino llevara a alguna parte. Por consiguiente, desaparece la "alegría" de la vida, y no se recuperará jamás en las alternativas ofrecidas por este mundo pensado, o pensamiento del mundo.

Se dificulta hablar de las cosas, porque no se piensa en ellas, por no quererse adaptar a ellas por negligencia o soberbia. De ahí surge ese venero de las fake news sin "fundamento in re", de los influencers, antiguamente llamados líderes de opinión. 

Hablar de "secreto" en algún aspecto de la vida social, política, religiosa, tiene el éxito asegurado. El ser dado en el pensamiento permite todo tipo de elucubraciones inacabables, porque no se tiene con qué contrastar el pensamiento que no parte de lo real.