¿Qué es más fácil de curar: la pandemia o la corrupción?

Se preguntan muchos si el mundo actual es más corrupto que el de ayer. No lo sabemos. Surge hoy por doquier. La corrupción se instala incluso en estos tiempos de pandemia como un virus imparable. Se llega a aprovechar de la situación precaria de tantos, en su enfermedad, en su funeral y en el entierro para explotar a los familiares.

Las raíces de la corrupción se alimentan de una justicia deficiente. Ante esta carencia esencial, el hombre se comporta como una "banda de ladrones". Cada quien arrampla con lo que puede. Tampoco se da una distribución equitativa de los bienes de este mundo.

Hace falta la sal. La historia de esta roca se teje en todas las culturas  desde muy antiguo. El Levítico ya cita este mineral. Se usaba para sazonar la comida y para preservar los alimentos de la "corrupción". En muchos pueblos existe todavía el nombre de "camino de la sal".

Ante esta carencia, la mancha de la "corrupción" se extiende como el aceite en el agua. Es una lacra muy pesada para la economía de los países. La pobreza reinante de tantos lo atestigua. Pero quienes se aprovechan de esta sucia y pegajosa costumbre, suelen ser quienes tienen posiciones de privilegio. En vez de velar por dar a cada uno lo que corresponde, se aprovechan de su posición para medrar. Entre estos "bandidos" militan también la policía y los encargados de la seguridad y el cuidado del bienestar social. 

Luego viene la ONU con sus múltiples dependencias, enarbolando la bandera de la justicia. Pero, el problema de fondo se relaciona con la sal. Ha perdido su sabor y no haylo quien la sale de nuevo. Usada para preservar de la corrupción de los productos perecederos, ha llegado a perder su poder y su sabor.

Mientras, con cara de lelos, los encargados de velar por el bien común, permiten los actos de "injusticia" a todo lo ancho de su territorio, mientras hablan una y otra vez de la miseria de sus gobernados. No se permite la "movilidad social" porque se frenan los caminos de la educación y de la igualdad de oportunidades. Quien nace pobre sabe que morirá pobre: así tiene el futuro asegurado. No extraña entonces el cultivo de la rapiña como medio de subsistencia entre aquellos que nada tienen que perder.

En fin, cuando la "sal pierde su sabor", tiende a corromperse la justicia, y comienza el reino de la "corrupción", compuesto por esa "banda de ladrones" a los que ya, desde el siglo IV se refería san Agustín, al que se ha referido con insistencia Benedicto XVI.

De la pandemia, todavía no sabemos el remedio, pero ya sabemos donde está  la  causa de la "corrupción", si hubiera quien quisiera ponerle remedio. No todo se cura cuando se saben las causas. Y quién sabe, pues se especula, si la la causa de la pandemia es la corrupción.








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