Estrategias para suprimir a Dios en la sociedad..., y consecuencias



Pablo Iglesias, comunista,  Vicepresidente segundo del gobierno actual de España.




Las izquierdas, campan. Está dando fruto su insistencia en quitar a Dios del candelero. Estaba bien arraigado en las mentes de muchos, especialmente, los cristianos españoles.

A la izquierda le han venido bien los artilugios de siglos atrás, de quienes afirmaban lo inútil de tener un "dios pensado", como les puso en bandeja Descartes, un buen filósofo. Sus seguidores durante años, vieron conveniente reducir toda la "realidad" a un puro pensamiento del hombre; por tanto,  concebir el "acto de ser" no es sino una genialidad del hombre. Ya no hacía falta Dios.

Así,  nos hemos librado de un proyecto vano, si bien quedan innumerables vestigios de esa piedad artificial, inventada para subyugar al hombre con el temor de un castigo eterno. ¡Qué barbaridad!

De acuerdo con mis detractores: hemos vuelto a la "nada", pero eso es algo. Ahora podemos diseñar el mundo, el cosmos, a nuestra imagen, como nosotros queramos. Hemos recobrado la "libertad". Deja de ser una noción imposible, y la ejercitamos ahora a diario en cada una de nuestras empresas y proyectos. Por fin. 

Al final de la vida tendremos entonces un algo de qué gloriarnos: nuestras obras. Serán nuestras exclusivamente, nacidas de ese gran "orden lógico" de nuestras razón poderosa. Sin cortapisas, veremos la calidad de nuestro quehacer, sin los tiquismiquis de una moral impuesta. 

Libre quiere decir, libre. Tal como pregona el Vicepresidente segundo de España, Pablo Iglesias, ahora se puede decir lo que se piensa (aunque algunos lo califiquen de "insulto" o de "faltar al respeto debido" al próximo). Es la hora de estrenar la libertad, tal como nace en los albores de la Revolución Francesa: hoy digo una cosa, y mañana otra. Hoy me arrodillo en una Iglesia madrileña (mientras me sacan la foto) y mañana culpo a la Iglesia de haber frenado la "lucha de clases" por la igualdad: hay que quitar el dinero a quien lo tiene: ¡los ricos! Yo me apellido "Iglesias", en plural, para abarcar cualquier confesión posible.

Quizá este Pablo ya no oye la voz escuchada por aquel primer Pablo en su "camino" a Damasco: "--¿Por qué me persigues?", según cuenta el converso de Tarso. Pero el Pablo Iglesias de hoy,  se entretiene pensando: El camino, es el que recorro cada día; la "verdad", yo soy, es la frase salida de mi boca; la "vida", es la buena vida que me estoy dando en en mi finca, después de haber dejado las mugrosas calles de mis protestas de antaño. Ahora se encarga de las protestas mi segundón, procedente de Argentina, con apellido vasco, Echenique, asentado en Zaragoza y en el Congreso. 

En fin, el corolario de esta visión liberadora, consiste en que, como todas mis obras son pensadas, en la  "nada" de mis pensamientos nada hay. A nadie hago daño con ellos. Y los demás pueden hacer con ellos lo que les dé la gana.  Por tanto,  mañana, no tendré recovecos para lamentarme, pues, yo sólo soy yo, y, quizá, mis circunstancias, como decía Ortega y Gasset, aunque yo lo afirmo en otro sentido, sólo pensado, más nihilista. 

En fin, si me voy, ahí les  dejaré a mi compañera Irene Montero,  (para que vean como se siente estar junto a un "miura"; así  entenderán por qué quiero quitar la "fiesta brava") y mis retoños (aunque soy defensor del aborto).

Por eso me indigna un poco, bastante --sigue Pablito Iglesias--, la "monarquía", empeñada en implorar, "Dios salve al rey". Ni uno ni otro tienen sentido. Mejor sería invocar a Chávez, o  a Maduro. 

Hasta luego, pues, como comprenderán, este momento paradisíaco no está para cortarme la "coleta".

Resulta interesante, leer la descripción de las penas infernales percibidas por santa Faustina Kowalska; en especial cuando afirma que la mayoría de los condenados tenían un aspecto en  común: no creyeron en la existencia del infierno. Es decir, la poderosa "razón", había decidido que esa existencia está fuera de lugar.






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