El miedo al dolor: cuando el sinsentido que lleva a la eutanasia (¿muerte digna?)







La muerte suele inspirar respeto, y, en muchos, miedo (tanatofobia) Tal vez por eso nadie se ha muerto dos veces. No dan ganas. Pero hay ejemplos peculiares destinados a morir dos veces.

Tenemos el caso de la resurrección de Lázaro, el amigo de Jesús. Y el  del hijo único de la viuda de Naín. Y el de la hija de Jairo, "jefe" de la sinagoga. También sabemos del milagro de Pedro al resucitar a Tabita en Jafa.  No sabemos nada, sin embargo, de la vida de estos después de  resucitados y, si, esta experiencia les ayudó a preparar la muerte definitiva. Entonces, por lo general, no hay experiencia personal del fin del camino de la vida, del final del tiempo. Y contamos también ejemplos de quienes no han muerto: es el caso de  Enoc, descendiente de Caín, quien caminó con Yahvé  cumplidos los 365 años, y el del Elías, arrebatado en un carro de fuego delante de su compañero Eliseo. A este profeta, Elías,  lo veremos de nuevo después conversando con Jesús junto a Moisés, en la cumbre del monte (posiblemente) Tabor, acompañado de tres de sus discípulos. 

En resumen, tenemos personajes que nunca murieron; personajes que resucitaron de la muerte y volvieron a morir; y, el común de los mortales, llamados a morir...un día.  San Pablo habla también de quienes se hallaren  vivos al final de los tiempos: serán "arrebatados", dice. Todavía queda un grupo de personajes aparecidos después de su muerte. Entre ellos, además de Jesucristo, está su madre María (de quien nunca se ha dicho si murió: después de su vida en la tierra, fue asunta al cielo en cuerpo y alma, dice la Iglesia), y numerosos santos se han mostrado a familiares, amigos y devotos.

Estos datos en sí mismos poseen un gran valor antropológico y sobrenatural. En primer lugar, nos enseña que la muerte no es el "fin" del hombre. Si así fuera, no se habrían producido las resurrecciones milagrosas si todo se hubiera acabado con la muerte, como algunos piensan. También vemos cómo la muerte  no tiene por qué ser algo necesario para todos. De hecho,  ni Adán ni Eva iban a morir, antes de la "desobediencia" del Paraíso. Y todos estos pasajes citados son ejemplo de la gran esperanza del hombre, cuando oyeron de la boca del mismo Jesucristo: me voy a prepararles un lugar y les habla de la "salvación eterna" (y de la "condenación eterna"). El fin del hombre es la vida aunque tenga que morir. Y el de la vida es la felicidad, aunque sufrir tenga.

En el caso de Jesucristo, único, vemos cómo él resucita después de su muerte y "convive" con sus discípulos y amigos (única experiencia de este tipo). Llega a comer pescado con sus discípulos en dos ocasiones. En fin, son muchos los ejemplos. Llama la atención la naturalidad de Tomás de Aquino (s. XIII)  contada por fray Reginaldo, su amanuense,  cómo conversa con san Pedro y san Pablo una noche sobre  sus dificultades con  uno de los intrincados pasajes de la Sagrada Escritura. Pedro y Pablo vienen en su ayuda porque están vivos (y porque saben del asunto problemático tratado por el de Aquino).

En fin, desde el principio del mundo no han faltado razones para quitar la vida..de los inocentes y de quienes no lo son. El caso de Abel es paradigmático. Como lo son loe millones de muertes perpetradas por Stalin, Mao y los de las dos grandes Guerras Mundiales. Pero todas esas muertes nada son, si comparamos su número con el de los abortos cometidos cada año en todo el mundo: son más de 50 millones de personas, niños inocentes, eliminados por principios irracionales con la ayuda de médicos criminales ávidos de dinero. ¡Y todo en nombre de la libertad!

Otro orden de asesinatos y suicidios viene de los generados de la mano de la "eutanasia". Se dirá: es que la vida ya no tenía sentido para esas personas sufrientes. Está bien. Pero aunque es difícil, familiares y médicos deberían tratar de restituir el sentido de la vida, porque lo tiene..., es más económico y es su obligación. Y esta es una asignatura pendiente en amplios segmentos de la política y del ambiente familiar. 












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