Porque Dios trabaja y es santo, el hombre está hecho para trabajar y ser santo




La dependencia del hombre respecto a Dios es su gran suerte. El hombre esta hecho "para trabajar" porque "mi Padre Dios trabaja todo el tiempo"; y para ser "santo", porque "mi Padre celestial es santo" y debéis "ser santos" y "perfectos" como Él. Es decir, Dios nos quiere como Él.

La llamada no tiene pierde. Y si bien la meta de la santidad es inalcanzable para el hombre, sin embargo, para Dios "no hay imposibles". Entonces, sólo hace falta querer, como recomendaba san Tomás de Aquino al responder  una pregunta expresa de su hermana. 

Lejos de flotar, casualmente, en el espacio ilimitado como una "mónada" sin saber de donde viene ni cual es su fin, el hombre sabe de dónde viene y a dónde va, gracias a ser imagen del creador. Pero, cuando esta creatura divina recibe el don de la libertad, puede optar por ser también semejante a su creador. Es decir, omnipotente, eterno y amoroso. Dios es amor.

Muchos de los males del hombre hoy se relacionan con una idea muy simple: el olvido de Dios. O vivir "como si Dios no existiese". Sin Él, el hombre nada puede. Con Él, lo puede todo porque se hace omnipotente, porque se vincula como hijo con el  amor (Padre), y porque esta relación de amor dura para siempre (el amor no se agota).

El olvido de Dios produce el sinsentido. Todo da igual. Ya no hay elección. La libertad se agosta, y se vive del "deseo", sin más, dejándose llevar por las "tendencias". El relativismo se introduce en el pensar y, como consecuencia, en la vida diaria. En estas circunstancias, el mundo de la moda, se acaba instalando a la hora de dar satisfacción a los deseos. Llevo esto o consumo aquello porque se lleva. Naturalmente, todo lo que es tiene algo de amable, y atrae. Pero esa atracción, sólo sensible la mar de las veces, no deja lugar a la razón para ejercer su juicio. Se obra "sin más". Se requiere dar un paso al frente y preguntarse si éso, además de su lado amable, es un bien para mí, para alcanzar mi fin. 

Queda patente entonces cómo el "olvido de Dios" conlleva la improbabilidad de sopesar reflexionando las apariencias de bien del bien verdadero. De esta manera, el hombre se convierte en una animal de consumo sin horizontes claros.






Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra