El problema de la "diferencia" se agrava sin Dios








"No debemos tener miedo de la diferencia: Dios lo ha permitido".

Con estas palabras se dirigía el papa Francisco a los fieles congregados en la Plaza de san Pedro, el pasado domingo, después de su visita a Marruecos.

Por supuesto, sin ánimo de polémica de ningún tipo, el problema, nos parece,  no radica tanto en la "diferencia" per se, algo "permitido" por Dios, como en eliminar nuestra relación con Dios . Ocurre lo mismo con la diferencia entre "hombre" y "mujer". Dios mismo crea esa diferencia desde el principio a partir de la "unidad" del hombre en sus dos vertientes masculina y femenina. Son idénticos como personas, pero distintos "sexualmente".

El problema, tan agudizado hoy, sobre las diferencias, comienza con borrar la imagen de Dios. Cuando no se admite la realidad de Dios como persona, entonces se diluye también, se quiere borrar, la "diferencia sexual" en el ser humano. Dios crea el hombre, y de una costilla suya, hace a semejanza suya a la mujer. No hay subordinación alguna, sino semejanza.

La misma diversidad trinitaria de personas divinas, se da a partir de un solo Dios. Lo diverso sólo puede darse a partir de la unidad. En el caso del hombre (unidad) se da la reciprocidad (diversidad).

Entonces, lo maligno de estas discusiones, donde se quieren alterar las diferencias dadas por naturaleza, consiste en el desprecio del "plan divino". Más aún: si ni siquiera hay Dios, ni tiene sentido hablar de su plan. Ya no hay más que un "plan humano", desarrollado por medio de instrumentos "empoderados" (capaces de defenderse por sí mismos), tales como la ONU y sus monigotes en los parlamentos de las naciones.

De aquí nace hoy una de las divisiones más conspicuas, capaz de pervertir la naturaleza humana, ya frágil, hasta su raíz. Lejos de ganar en libertad, se sumiría al hombre en una dependencia (esclavitud) donde la elección del bien, haciéndolo suyo, resultaría prácticamente imposible.

En fin, al "corromper" la naturaleza humana en sus límites, se le obstruiría al hombre visualizar su identidad y así, al identificarse con ella lograr  su fin, sobre el que hoy existe una "confusión" extraordinaria, debido a la penetración de la "mentira", por ejemplo,  a través de las llamadas "redes sociales".

Por tanto, lo clara de la diferencia de las cosas en Dios, desaparece cuando se difumina nuestra relación con la realidad divina.






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