Dios es familia porque es amor





Ser familia: ahí está  el detalle.


Al leer el titular de esta nota se puede aducir, con razón, la conocida definición del joven Juan, cuando ya era casi centenario: sí, pero  Dios es amor

Así es, sin embargo, la única manera de ser amor es ser familia. Si no hay otro yo a quien querer, es imposible el amor. Por eso, toda formación humana que no se esfuerce por constituirse como familia (incluso la "empresa"), es algo ya desvirtuado en su esencia. Las "relaciones" no se trenzan en el amor.

Déjenme ahora desbarrar un poco. Todo esto es así porque Dios no sabe hacer nada que no sea él mismo. Dios es amor porque es familia. De ahí la diversidad hallada en su despliegue trinitario sin opacar en absoluto su unidad. Entonces, al crear al hombre lo hace a su imagen.

Claro, estamos en frente de un misterio. Sin embargo, hay repliegues en su esencia simplísima donde la inteligencia humana puede vislumbrar  y recoger semillas de ese mar infinito de la divinidad.

Por ejemplo, como bien sabemos, cada vez se habla menos sobre la familia (la realidad primera de donde surge y se apoya toda la sociedad desde el principio), y cuando se la menciona se convierte en una caricatura, con el beneplácito incluso de expertos científicos  donde también suelen abrevan políticos de conveniencia pretendiendo modificarla o exterminarla con el fin de ir desmantelando el tejido social.

Así ocurre con el connotado biólogo español, Ginés Morata, miembro de la Royal Society inglesa y, desde este fin de semana, también parte de la National Academy of Sciences de Estados Unidos, trabaja en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en Madrid. Su equipo de trabajo afirma que provenimos de un mismo "ancestro común" gracias a la "evolución biológica" de 600 millones de años.

El problema de este planteamiento "biológico" consiste en no decirnos nada acerca de la vida, qué es, como surge;  si  bien, se mencionan algunas elucubraciones de la comunidad científica, según las cuales podríamos vivir 500 años más, incluso llegar a ser "inmortales". En la narración descrita por el Génesis hay un momento  en donde Dios decide intervenir para evitar la perdición absoluta del hombre si se decidiera a tomar el fruto de la vida. No vaya a ser, dialogan entre sí las "personas" de la Trinidad: "que alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre". El peligro aquí no era para Dios, sino para el hombre, cuya naturaleza no estaba hecha para tal deseo.

Por supuesto, el hombre, en su orgullo, no entiende  su naturaleza. No estaba preparada para la inmortalidad, mucho menos después de cometer   la desobediencia original al plan divino. Por eso, vemos hoy cómo los científicos, de nuevo, tratan de modificar el "plan divino", para ir en busca de la inmortalidad. De ahí sólo queda afirmar, como lo hacen, que Dios es una "creación humana", según deja entrever el citado biólogo Morata, metiéndose a pontificar así en un campo (la teología e incluso la filosofía), ajeno al suyo. 

En conclusión: la familia no procede del amor, sino de un "único ancestro común", de acuerdo con Morata. Quizá estos enfoques biológicos evolucionistas, podrían converger si se aceptara el amor como ese ancestro único. Entonces la vida empezaría a tener sentido. Y también la biología. 




Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra