¿Nada nuevo bajo el sol?. ¿Afán de novedades?: La "palabra"






Desde el crimen de Caín, nada hay nuevo bajo el sol. Y eso que vio  el creador de todas las cosas, lo bueno de su obra. Sí, todo era bueno. Y, en el caso del hombre, "muy bueno". 

¿Cómo entonces se ha venido a dar en este lugar común de ensañarse con la muerte y la desgracias de quienes son semejantes a nosotros? 

Las afrentas, la mentira, la divisiones y las guerras pasan de ocurrir en la familia, al clan, a la ciudadela, al estado y a las naciones, sin saber exactamente el porqué. Son miles de años de luchas vanas, de veneno filtrado en la convivencia de las personas desde lo más íntimo de sus relaciones, hasta el punto de tacharse  de "pusilánime" o cobarde a Orfeo , despedido del Hades,  debido a su afición a la música, "citaredo" como era, según nos cuenta Platón en el Banquete.

La vergüenza nos llena ahora al ver la matanza en Sri Lanka por motivos de odio religioso, y la de Veracruz en México por rivalidades entre carteles, y especialmente la de los líderes políticos por su, ahora sí, "pusilanimidad" a la hora de encarar estos crímenes sostenidos en el tiempo por no se sabe quien. De la misma manera, se tolera en las escuelas la perversión  sexual de nuestros hijos aduciendo bienes mayores, como si el fin justificara los medios. O, por razones similares,  facilitar legalmente los crímenes de infantes sin nacer o incluso recién nacidos. 

Sin embargo, la agenda perentoria es la de la ONU, la del "calentamiento global", el cual nunca será sentido porque ya no habrá niños en las plazas, bien porque nunca fueron concebidos debido al aburguesamiento y miedo de las mujeres protesta orquestadas desde el mismo lugar de siempre, El Cairo, Pekín, parlamentos europeos y de las naciones unidas. 

Por eso la fe es hoy de manera especial un claroscuro entre luces y sombras proyectadas desde el "principio" en la creación de "cosas buenas", y de hombres "muy buenos" hasta la aparición del "mal", del pecado, apartando así al hombre de su Creador y de la creación.

Sí, por eso la fe hoy es un claroscuro. Por eso se jactan sus enemigos de su pérdida en las familias, en las escuelas, en los ya no matrimonios, en las familias cuyos fines se dejan de vivir.

Pero, en medio de esta noche aciaga, hay también claridad, para quien de verdad desee buscarla y perseverar en ella. Es la luz de la palabra, anunciada desde el principio. Claroscuro, pero se vislumbra la luz






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