El canto de las sirenas y la verdad del hombre



Marc Chagall (1887-1985): Ulises y las sirenas.





La narración de Homero en la Odisea  sobre la seducción de las sirenas con su canto durante la travesía de Ulises, ha dejado huella en cada generación desde el siglo VIII A. D., en la literatura, la pintura y las artes, por no mencionar la aventura amorosa con la diosa-bruja Circe y los siete años cautivado por la bella ninfa Calipso, de los 10 desde su marcha de Ítaca, donde le espera su esposa fiel Penélope. No han faltado quienes han dudado de la veracidad de los relatos de Homero; Dante, por ejemplo, lo sitúa en infierno por mentiroso.

Sin duda alguna, la atracción del varón por la mujer es algo natural, a partir de la diferencia sexuada, como  humanos, idénticos como personas.  Los problemas  toman un cariz astronómico cuando la mujer se masculiniza o el varón se aprovecha de la diferencia para someter y discriminar a la mujer. De otra manera, cada célula del varón es masculina, y en el caso de la mujer, femenina. De esa reciprocidad nace la atracción, y de ahí, se hace posible el don de sí, la unión fecunda.

Hoy se quieren sacar las cosas de su sitio. Y estaría bien si estas características no fueran un don divino, una imago Dei, como felizmente afirma Juan Pablo II en Mulieris Dignitatem. Por tanto, no se puede manipular a capricho la naturaleza humana depositaria de un solo cuerpo y alma como principio del hombre y la mujer. Es decir, las "tendencias", tan aireadas en los media, no tienen vela en esta celebración, no poseen carta de ciudadanía para justificar los actos de una persona. La racionalidad, por una parte, y la libertad por otra, son los elementos suficientes, compañeros del hombre,  para encauzar el verdadero fin de las acciones humanas.

San Pablo iría más lejos, diciendo cuando las tendencias querían imponerse en su camino recto, lo oído del Señor en tres ocasiones: "Mi gracia te basta". Es decir, allí donde la fortaleza del hombre sucumbe ante los cantos de sirena, está siempre vigente el poderío de la gracia.

Es bien cierto: ya no se suelen tocar estos temas, quizá por temor a oír una rechifla. Pero son parte de la verdad del hombre a la que ni el capricho ni la moda relativista pueden acallar.

Es precisamente esta verdad del hombre, silenciada, en donde se halla la respuesta a algunos filósofos y pensadores contemporáneos (Pinker, Fukuyama, Rosling) que se preguntan por la "causa" del derrumbe de nuestras sociedades, mientras caen a un "vacío", y renuncian a las tan añoradas "paz y prosperidad", (como interroga Luis Garicano, según Lola Galán en su sección de Babelia  de El País este sábado). 

Pero, no se quiere escuchar (la "shema"  mosaica) para empezar a saber de las causas, encerradas en esa verdad del hombre.








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