Enigma del siglo XXI: ¿felicidad o salvación?



Enigma del siglo XXI.



Hace muchos años, cuando Benedicto XVI era relativamente joven, pronunció una serie de conferencias en los años sesenta. 

La felicidad era uno de sus temas. Este concepto iba ganando terreno sobre otro más tradicional: salvación.

A primera vista, no se advierte una gran diferencia entre ambos. Pero, la visión del águila teológica de Joseph Ratzinger, advertía sobre la carga "individualista" de la felicidad, un bienestar privado, donde el "individuo" se ocupa del él mismo, y va perdiendo el "sentido cósmico", "global", encerrado en el concepto de salvación.

Esta perspectiva en el ámbito de lo teológico tiene cierta semejanza con el experimento popularizado por Daniel Goleman en la década de los ochenta dentro de sus estudios sobre la "inteligencia emocional", a raíz de las investigaciones del psicólogo austriaco Walter Mischel a finales de los 60 y principios de los 70. Algunos de estos niños, sujetos de los experimentos, localizados 40 años después, mostraron mayor éxito en sus logros profesionales y familiares, si habían resistido el "impulso" de consumir el "malvavisco" (El llamado Stanford Marshmallow Experiment, 1972) inmediatamente. Quienes optaron por diferir su consumo, tuvieron más éxito en la vida.

El egoísmo termina produciendo "soledad", o agrupaciones de "conveniencia". Ningún tipo de formación orientada al futuro.

La llamada "satisfacción inmediata" proporciona ventajas a "corto plazo", pero no se sostiene a un plazo mayor. De la misma manera, el concepto de felicidad ha ido decantándose hacia esa perspectiva, a la vez,  sellada de individualismo y "cortoplacista", donde aumenta el número de quienes afirman "no saber" que hacer en el futuro.


Como consecuencia, Ratzinger advertía hace casi medio siglo del declinar de la salvación como un concepto comprometido con una perspectiva mundial, como una felicidad comprometida con el provenir y con los demás. De hecho, sólo un 8% de los jóvenes españoles, se declara "católico practicante", según Religión y Libertad, un segmento que va reduciéndose hasta convertirse en el más reducido, donde ya hay más funerales que nacimientos.

Hoy nos movemos en una cultura (o falta de ella) consumista: placer a corto plazo, y yo-mi-me conmigo. El individuo sin verle mucho sentido a la  gratificación diferida.











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