Pensar en los demás: clave de la innovación

Es curioso, cada vez con más frecuencia, leer cómo la gente de pluma en ristre, se despide en sus misivas y columnas de periódicos y revistas. No se les ocurre, ni por un momento siquiera, en ningún caso, pensar en los demás. Si la innovación quiere de verdad decir algo, debe comenzar por pensar en el bien común de una persona, de una comunidad, y, para tal fin, se debe pensar en ellos.

No sé lo qué decir --dicen--, pero aquí estoy, dice una  escritora. Otro: me voy, pero no seréis felices si no volvéis a los tiempos de "ayer", antes de la "transición". Alguien más: La izquierda de  hoy está, con mañas de perro faldero, feminista.

Por este camino, nos vamos acercando mucho más de lo pensado a ese presidente de USA por estrenar. Después del "negro que tiene negra el alma" (en el pasado el título era "el negro que tenía el alma blanca"), claro, nos referimos a Obama y su familia, a la hora de despedirse de ambos, el año y su presidencia, se dedica a enredar, a poner palos en las ruedas de su sucesor.

Al acabar el año se puede ir fácilmente "en busca del tiempo perdido". En un sentido figurado, esa actitud contribuye a más de los mismo: perder el tiempo. Para construir, se debe recorrer el pasado, pero con ánimo de no recaer en las mismas tonterías de ayer, grandes y pequeñas. y determinarse a emprender una andadura nueva, con garbo.

Digo nueva, no con el "afán de novedades" de los griegos ya en decadencia del siglo I de nuestra era, sino con ánimo de "enderezar entuertos" como el Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, y dirigirnos al fin que, como personas, nos es propio.

Quizá sea mucho pedir, pero es el gran deseo para todos: comportarse como personas. No tiene costo alguno, y nos acerca a los demás con ánimo de emprender y de ayudar.

Es un mar sin orillas; el principio de la verdadera innovación.

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