Las flores del mal: de Baudelaire a Trump
De una tierra mala, no suelen salir cosas buenas.
Sin duda, la semilla del mal quedó enterrada en esta tierra y floreció. El medio ambiente y las condiciones del terreno, aportaron lo necesario para ese desarrollo floral. Pero no se sabe, en muchos casos, cómo llegó la semilla hasta ahí.
Algo así ocurre con el fenómeno Trump. No se sabe cómo brotó ahí para ser presidente de Estados Unidos, pero, sin duda alguna, hubo una serie de elementos propicios para su arraigo durante muchos, muchos años, alrededor de 70. Todos se preguntan sobre esto.
Las apreciaciones de tantos, intelectuales, periodistas y gente culta, pueden volver tonto a cualquiera. Hablan sin cesar, cual tarabillas, sobre el acontecimiento del siglo: la elección del señor Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
Sin embargo, nadie se explica cómo, a pesar de los pesares, ha llegado a ocupar ese trono de poder, después tras la contienda con 14 aspirantes de su propio partido a la vista de todos, y después de batear a la señora Clinton (crooked Hillay), la favorita de las encuestas en un país cuyo alimento diario, en los media y, luego, en la calle, consiste en el parloteo sus resultados.
Las caras de los "perdedores", especialmente, siguen aparentando sorpresa, como si se tratara de un tsunami político inesperado.
No se advierte que ese tipo de plantas, sólo florece en la tierra del desencanto, donde la mentira campa por doquier, apoyada en la corrupción. La sorpresa de tener una flor como Trump, debería llevarnos a reflexionar. Pero no desarrollaremos tal tarea, embebidos como estamos, en el ajetreo diario del trabajo y en las demandas de las redes sociales.
Esta flor del mal (si así lo fuere), ha crecido, en nuestro jardín, en el tuyo y en el mío.
"Porque de cada cosa la quintaesencia extraje,
Tú me diste tu barro y en oro lo troqué".
(Fragmento del un poema de Baudelaire)
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