Érase una vez...

Érase una vez...

Las noticias, artículos, crónicas de los media exudan nerviosismo. ¡Ya viene el lobo!, parecen decir, de diversas maneras, en cada uno de ellos. No recuerdo jamás haber vivido una psicosis como ésta. Ni siquiera cuando se asoma uno a las apocalípticas conjeturas de algunos sobre el fin del mundo, ya inminente, según ellos, amigos de la nigromancia.

El lobo va a llegar el 20 de enero. Su nombre es Donald Trump. Se va a comer crudos a todos los países del orbe si no están alineados a sus políticas, sospechan. La hecatombe eminente ha desmejorado el maquillaje de algunas naciones y con la corrida del rimel ya no se ven las cosas tan claras, después de la devaluación de las monedas, la de México en especial. Para hacerle frente al tsunami, este país ha tenido que cambiar a la secretaria de Asuntos Exteriores por Luis Videgaray, cesado hace cuatro meses de su Secretaría de Hacienda, quien recomendaba en su día tender puentes con Trump y, para tal efecto, se le invitó a visitar México.

El señor Videgaray, por real (presidencial) decreto, dejó su puesto político. Hoy, sin embargo, el sentido común recomienda "no ponerse a las patadas" (como dicen los mexicanos) con quien te puede mandar hasta Marte de un solo puntapié, como ya se ha visto en el cambio de planes de la Ford Motor Company de no instalar en México su planta de montaje de automóviles. Y eso que el baile no ha comenzado todavía.

Como en los cuentos de antaño, después del fragor de la batalla, el príncipe consorte debe encontrar a la "princesa" de sus sueños. Quizá ella sea esa  America llevada a su plenitud, tal como rezaba el eslogan de su campaña ("Make America Great Again"). Mientras esto ocurre, México, los países europeos y los del de América, deben buscarse una novia de paso, una pareja, para celar a Trump. Si el presidente electo de Estados Unidos es fiel con su prometida princesa y restringe el trato de otras pretendientes a la condición de "amigas", si bien les va, veremos de vez en cuando a las invitadas a sus fiestas y, a partir de ese hecho, comprobaremos si la armonía va in crescendo en este mundo y con quién.

A partir de ahora debemos seguir de cerca las fiestas del señor Trump. De momento, los mexicanos se sienten más seguros con la amista entre el nuevo secretario de Relacione Exteriores, Videgaray, debido a su cercanía con el yerno de Trump, a través de quien se tramitó su visita a México, muy controvertida.

El érase una vez de los cuentos abre un espacio de ensoñación, que no nos conviene perder, porque suelen acabar con un "y fueron muy felices".












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