¿Se salvan todos los hombres?

San Juan Crisóstomo contesta a esta pregunta indirectamente. Dice que las palabras sobrarían si los demás viesen nuestras obras.

Pero, añade: "No habría un solo pagano, si nosotros fuéramos verdaderamente cristianos". Es decir, el peso de la conversión de las personas a Dios radica en nosotros.

Cuando a Jesús le preguntaron si eran muchos los que se salvaban, contestó: "Esforzaos a entrar por la puerta estrecha". Esta respuesta no nos dice lo que, quizá, nuestra curiosidad le gustaría saber: un número.

Jesús, sin embargo, nos revela que la salvación, aunque inalcanzable para nosotros, tiene un "camino" y una "puerta" que son él mismo. En otro lugar cuenta que él es la "puerta de las ovejas", y que él es el "buen pastor".

Entonces, todo el problema se resuelve si, cada uno, se responde si verdaderamente está siguiendo al Maestro, a Jesús de Nazaret, por el camino que él nos ha enseñado.

En realidad, lo que nos importa a cada uno de nosotros es salvarnos. Por supuesto, nos gustaría que nuchos se salvaran, pero, Jesús viene a decir a sus seguidores, que si uno se condena, lo demás no importa. Y les enseña cómo evitar este mal radical.

De hecho, la condenación es la soledad absoluta. El amor imposible. Sabemos que el  infierno existe y que no está vacío,  ya que allí ya están, por los menos, los ángeles desobedientes.

Algo así viene a decirnos Jesús, cuando Pedro, después de la Resurrección le pregunta por la suerte de su amigo Juan: "¿Qué será de éste?" La respuesta es terminante: "Tú, sígueme". Obediencia al plan de Dios.

Es decir, el cristiano no está aquí para hacer lo que quiera, sino lo que el Señor le dice. Y al final, la forma del amor, que es la justicia, confirmará a cada quien según sus obras. La injusticia de este mundo no tiene la última palabra. 

Y si los paganos son justos, no deberíamos achicar para ellos el amor divino. Es el caso del centurión del evangelio, pagano, que merece el mayor elogio salido de los labios de Jesús. 

Sí habría que preocuparse si nuestras obras de creyente no mueven a los paganos, como dice el Crisóstomo al principio.


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