El oficio de discernir y las prisas

Tenemos mucha prisa. Cuanta más tecnología se introduce en el torrente circulatorio de la vida social, contrariamente a lo que cabría esperar, más deprisa nos movemos. 

Discenir para el hombre es una vocación. Cerrarse irracionalmente a las propuestas de lo real, raya en la cerrilidad. La razón indaga, es su oficio, la verdad de las cosas, o la verosimilitud de la ficción. 

También la opinión tiene su estatus, pero la razón no se aquieta con ella, porque siempre queda un resquicio, o un gran boquete, por donde se cuelan los asegunes de la duda. Los argumentos proveen el armatoste necesario para intentar cerrar con lógica una puerta  fatua. Pero la realidad es, otra cosa.

Reclama de tiempo indagar. A veces nos pasamos más tiempo del necesario en refutar posturas falsas o inverosímiles, que dan carta de ciudadanía, en su lugar, a opiniones con hondas raíces ideológicas o políticas nefandas, por el mero hecho de que están ahí o se repiten mucho.

Por ejemplo, no sé que idea de Dios tiene la gente, pero si ese Dios es tal, debe reunir en su concepto las idea de un ser personal que  es amor, bien, verdad y posee un poder sin límites espacio temporales. 

Este ser nos ha dado el ser. Y cuando vio el resultado se admiró diciendo que era
"muy bueno". No solamente bueno, sino "muy bueno", un calificativo que se queda en "bueno" al referirse al conjunto de la creación.

Pues bien, el hombre de hoy no ve a sus semejantes los hombres de esta manera. Llegado el caso, prefiere exterminarlos. En vez de "llenar la tierra" con seres como él, prefiere que la tecnología ocupe su lugar y vaya desplazando a quien es "muy bueno". El hombre ya no discierne al único ser que le puede dar cobijo y entregársele personalmente.

Por eso se cierra a una nueva vida. Se ha llegado a considerar en muchos ambientes, que una vida humana viene a ser una traba para el desarrollo, personal y social.  Y se implantan políticas de exterminación étnica para acabar con los males. Cuesta entender que una vida es siempre un bien querido por Dios.

Enseñar estas cosas, nos remite a ese oficio de discernir, ese ir descubriendo las maravillas de la creación, una por una, dándoles a cada una el lugar correspondiente en este mundo donde tantas veces el egoísmo trastoca el orden, la armonía original, puesta para que el hombre se alegra al contemplar esta puesta en escena.

Pero, socialmente no nos queda un segundo libre, aunque  después, en lo secreto del corazón, llenemos nuestro día con espacios sublimes de dolce far niente. Es cuando en estos espacios llenos de vacío, se aposentan en sus reales toda la parafernalia de i-phones y tabletas  de alta gama.

En las prisas no se aprende a discernir. Tampoco en las nuevas tecnologías. Se debe dar tiempo a la contemplación, sin prisa.










Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra