A Pamplona hemos de ir...: san Fermín

¿Por qué se ha puesto Pamplona en el candelero de las fiestas mundiales?

Los encierros, que consisten en correr 800 metros delante de los toros, desde el corral hasta la plaza de toros, es una carrera que dura dos minutos. El resto del día se prolonga en una celebración bien pasada por alcohol.

Para empezar, durante los 9 días que dura la bacanal, se ingresan 75 millones de euros. Para muchos negocios, sus ingresos pesan el 25% de lo recaudado en todo el año.

Por tanto, a los visitantes no se les puede tocar. El alcalde, sobre todo ahora que es del partido radical BILDU, pro etarra, una banda asesina que todavía anda circulando en España y Francia, con algunos de sus miembros refugiados en Méjico, Cuba y Venezuela, no levantará siquiera un dedo ante los desmanes que surgen a diario en la capital navarra durante las diestas de san Fermín. Está claro: si se comparan éstos con los 800 muertos por la banda terrorista ETA, no es nada.

Dice la letrilla de una de las canciones cantadas o berreadas por los mozos durante estos días sin fin, que "san Fermín todo lo ve" y, además, lo bendice.

Quizá eso ocurría cuando la fe de ese pueblo navarro era recia, y salían vocaciones sacerdotales y religiosas a montones. Se tenía por honra que en cada casa saliera una vocación. Pero de eso hace por lo menos sesenta años.

Empero, las cosas comenzaron a cambiar. Al llegar las fiestas, aquellos que tenían novia, dicen, la mandaban a un curso de retiro espiritual, de tal modo que, los mozos, ya sueltos, podían atender a las turistas que cada año llegaban en cantidades mayores.

Hoy día, muchos de quienes son vecinos de esa ciudad, de apenas 120 mil habitantes, ante el acoso de un millón y medio de visitantes durante estos días sanfermineros, deciden salirse a descansar a algún sitio más tranquilo. Porque en Pamplona, la fiesta dura, mañana, tarde y noche, hasta que el cuerpo aguante.

Como son muchos los vecinos que salen de la ciudad, la masa crítica que debería dar el buen tono de la fiesta, no está presente. Con lo cual queda la fiesta en manos de millones de extrajeros que han oído de los extremos a lo que se puede llegar en esos días de arrebato.

¿Dónde se pueden albergar un millón y medio de pesonas en esos días? En cualquier parte: los jardines, las bancas, domicilios privados que se alquilan, y las plazas hoteleras que se apartan con meses de anticipación. Hay quienes tienen que ir a las ciudades y pueblos cercanos, a veces a más de 180 kms. de distancia, para alguilar un cuarto.

En fin, esperemos que el santo patrón en cuyo honor se celebran las fiestas, no vea los escenarios de estas fiestas, para que, de esta manera, tal vez se anime a bendecir gracias a que no ve lo que ocurre.






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