Relativismo ético y democracia

Llegamos, por fin, a ese sistema político llamado democracia.

Quedan lejos aquellos días en donde nosotros no podíamos decidir. Ahora, los políticos tan pronto como llegan al poder, se quitan la máscara de la participación ciudadana, tan cacareada, y muestran la altanería de hacer lo que les viene en gana.

Ya no se consulta más. El día de la toma de posesión pronuncian todos un discursito en donde resaltan que, ahora sí, van a gobernar para todos.

En realidad, es una comedia. A los pocos días, quitan del Parlamento sin más las efigies que no les agradan; no asisten como representantes de la mayoría católica y en razón de su cargo a las ceremonias de tradición tricentenaria porque no quieren quieren mezclar lo religioso y la política, si bien la mayoría religiosa les aupó al cargo; exhiben sin preguntar en los balcones de los ayuntamientos la bandera de gay a los pocos días de instalarse en el cabildo sin preguntar a nadie, aunque menos de un 2%, como mucho, dice ser prisionero de esa tendencia homosexual; y suprimen en las fiestas de ciudades y pueblos cualquier rito que tenga un cariz religioso, por real decreto.

El relativismo ético desemboca siempre en un totalitarismo. Al reconocer a cualquier postura, por el mero hecho de darse, sin más, se equipara con otras concediéndoles el mismo peso. Cada posición ideológica, cada creencia, se debe respetar.

Con una excepción: si la tal creencia tiene que ver con matices religiosos católicos. Entonces, se impone su supresión salbajemente, es decir, sin razonar siquiera, porque las democracias pasan por todo menos por el camino que marca la ley natural, la ley moral, que rige la vida de todos los incividuos que son ciudadanos de un sistema.

Para muestra, basta recorrer las acciones de de las alcaldesas de Madrid, Barcelona y Badalona que van en contra de los sentimientos de la mayoría, no tanto por el contenido de las acciones, sino por la forma totaliria de imponerlas. Algo similar a lo que han hecho el alcalde de Pamplona y la presidenta de Navarra, Barkos.

Luego vienen los copistas. A quienes aún no se les había ocurrido concretar tales felonías, o no se les había ocurrido, se envalentonan y siguen la corriente alterna, de lo "otro", de lo que da vergüenza nombrar a cualquiera que conserve aún un mínimo de categoría humana.

Posturas que simpre acaban mal, porque traen la división y la guerra.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra