¿Homo sapiens?


Parece un eufemismo calificar a la especie humana como homo sapiens al ver la cantidad de dislates cometidos desde su presencia en el Paraíso terrenal.                                                                                                                                                                                                         

Ni la muerte, ni la fatiga del trabajo, ni las tentaciones, ni la enfermedad tenían sobre el hombre poder alguno. Todo les estaba sujeto y colaboraban con Dios a nominar según su esencia a las diversas criaturas de su entorno.

Pero así como al ángel creado se rebela sobre su condición después de haber recibido todo, el ser, la vida, la belleza y la inteligencia, se declara insatisfecho con su condición, y para ser más que Dios arremete contra él para quitarle de en medio. La voluntad le traiciona y la soberbia se encrespa hasta tapar con su negrura la presencia divina. Así lo quiso, y así ocurrió: se quedó para siempre ciego  para lo divino y se vio privado de su presencia al querer verse sólo a sí mismo por toda la eternidad.

El hombre, tentado por Satanás, , desobedece. Le pareció bien ser como su Creador. Y en ese momento pervierte el curso de su naturaleza, queda en manos de la muerte y va a sudar con su trabajo. Pero no pierde todo. Le viene una promesa redentora capaz de restaurarle  la gracia perdida a costa de la encarnación de Dios en el seno de una mujer: mirabile dictu, que nos diría Virgilio. Prodigio increíble.

Pero el hombre, se las da de sabio, y tira este tesoro por la borda corriendo el riesgo de perder para siempre lo perdonado desde el tormento, sacrificio de la Cruz, donde lo máximo, lo infinito, se esconde en lo mínimo. 

Estamos a las puertas de celebrar esta maravilla que nos salva durante los días de Navidad, pero el  que se dice hombre "hombre sabio" ha perdido la luz de la sabiduría, incapaz de dar gracias, rodeado como está de tantos afanes materiales preparándose para una guerra sin fin.

Sí, la sabiduría, el don divino por excelencia,  ha perdido su sabor en medio de la estulticia del hombre. Ha pasado de "sapiens" a necio.



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