El silencio nos conduce a lo inefable


Hay un pasaje en las Sagradas Escrituras donde el profeta Elías, subido en el monte Carmelo perseguido por  la reina   Jezabel acaba encontrando a Dios no en los truenos, ni en el fuego, ni en los vientos sino el el "silbo apacible",  una voz de silencio apacible. En ese silencio Dios le dijo los asuntos a resolver. Y las cosas no han cambiado; "Dios no se muda", dice la santa  y doctora de Ávila.

Entonces, no es que Dios no exista: es que hay mucho ruido. De la mañana a la noche, crece el tiempo dedicado a tareas innecesarias, insulsas: redes sociales, televisiones encendidas, trasiego, prisas en ir y venir al trabajo y quién sabe adónde.

Dios no ocupa lugar y lo llena todo. No va y viene. Permanece en el interior de cada uno mientras está su alma en gracia. Y espera.

Hacer esperar a una persona importante es un disparate, un desatino en toda regla. Pero retrasas un encuentro no con una persona sino con "tres", sin importar siquiera la suprema importancia de quien te quiere, y por eso te ha creado,  es tu "padre" y te ha sacado de un abismo sin fondo de donde no se puede salir sin su ayuda, es indigno, no tiene nombre. 

Sólo nos pide un poco de calma, quietud, silencio interior. Un tiempo para mirarse e los ojos, en medio de una claridad cercada de un oscuro ambiente. Entonces, el silencio elocuente transforma en fuego. Porque en Dios no hay tiempo, se escucha con claridad: en el principio te creé para amarte a sabiendas de que al ser te llenarías de alegría, feliz siendo para siempre conmigo.

La voz no siempre se escucha, pero la presencia es elocuente al descubrir que se es querido, amado. Que se es porque importas. No por causalidad. Nada es por casualidad. Entonces se puede emplear la palabra del corazón, en silencio, siempre en silencio, para decir sin parar, aun repitiendo siempre lo mismo, que ya va siendo hora de decir cuánto se quiere al que es todo, y, sin embargo, todo cabe dentro de mí.

En fin, hay que probar, ponerse en línea con el hacedor de la felicidad, presente en ese pequeño espacio del alma donde el silencio conduce a lo inefable.










Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra