El mayor dolor de los santos


Los demonios tiemblan ante la presencia de la eucaristía.



Quizá el mayor dolor de los santos hay sido el convivir con personas no interesadas en su salvación. De los muchos ejemplos a considerar, se pueden extraer casos abundantes de la vida de san Juan Bosco.

Como san José, el esposo de María, su vida está llena de sueños alegóricos relacionados con sucesos ocurridos en su entorno o en de sus estudiantes. Si no se han de
tenido un momento a considerar los sueños de Don Bosco, se lo recomendamos encarecidamente, pues pueden ser de gran ayuda para su vida interior o la de sus allegados.

En estos sueños se puede ver cómo el santo Juan Bosco, veía de forma clara, las caras, los nombres, las situaciones de muchos de sus alumnos y colaboradores. Por ejemplo, solía ver la fecha de la muerte de algunos alumnos suyos, y le era dado a  conocer el estado de su alma. Algunas veces, estos jóvenes estaban en pecado mortal y pretendían vivir como si nada irregular ocurriera en sus vidas.bJuan Bosco se valía de varias estrategias para acercarse a la intimidad de sus alumnos. Una de estas formas consistía en decirles al final del día, en una breve alocución llamada "buenas noches", lo sucedido en algunos de sus sueños, donde no ocultaba la presencia de demoníaca entre los alumnos de sus escuelas, a quienes tentaban de las más diversas maneras.

Los alumnos, al saber que entre ellos se encontraba ese compañero suyo y lo que le esperaba a la hora de su muerte y después, debido al estado de su conciencia, pedían al santo el nombre de la persona en cuestión. Por supuesto, san Juan Bosco nunca les revelaba el nombre, pero accedía a tener una conversación con cada uno de ellos y decirles sobre su situación personal. 

Era muy preciso en estas confidencias íntimas, y les predisponía a realizar buenas confesiones y arrepentimientos de vida causando gran alegría en el grupo. Pero cuando llegaba la persona indicada, le ponía delante el estado de su alma y las consecuencias  graves al llegar la fecha de su muerte. Ésta solía quedar velada hasta llegar el momento oportuno,  y se lograba el milagro de la conversión. Fueron muchos los casos de jóvenes alertados de su futuro próximo, y muchos, sin embargo, habían llevado una vida ejemplar. 

Pero, el sufrimiento de Don Bosco era el saber de cada uno de ellos el estado de su alma y no querer arrepentirse a pesar de la proximidad de su partida definitiva. El demonio no es una "realidad simbólica" como dice el P. Sosa, general de los jesuitas.


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