La encarnación de Dios: ¿posible?


Ya estamos a las puertas de la Navidad. Celebramos la "encarnación de Dios". El "creador" del hombre, ha querido convivir con él. Para este fin, se ha hecho hombre. De ahí concluimos que "Jesús es Dios". 

Quizá esta es la afirmación más controvertida y contundente de la historia. Pero su verdad ha discurrido durante dos mil años, a pesar de los detractores. La explicación última está en al amor.

Dios es amor. Quien de amor no entiende, debería guardar silencio durante estas fechas. En el acercarse divino al hombre se esconde todo el misterio de trinitario. Gozan las personas divinas de tal entrega, siempre nueva, en cada momento, que no se cansan de verse siempre de manera distinta, sin repetición posible, donde no caba el aburrimiento. Primero, porque no se trata de un dios solitario, aislado, sino de tres personas que, sin gastarse nunca, son capaces de generar y engendrar eternamente a las otras por amor. Sin esta pluralidad de personas el amor sería imposible y lo hierático del rostro impediría la entrega porque no habría nada ni nadie a quien entregarse. 

Entonces, desde el principio sin tiempo, la voluntad divina acuerda, desde siempre, crear al hombre en un espacio temporal, como si el amor entre ellas, las tres personas, no pudiera contenerse y se abriera a algo creado por ellas mismas, a su semejanza, a sabiendas de su limitación y el desquicio de su naturaleza hecha también para amar. Como si el amor divino necesitara de una prueba rayana en su extremo: hacerse hombre y entregarse a la muerte para poder redimirlo y así poder seguir haciéndole posible la participación en su gloria sin fin.

Esa debilidad humana nos va a dar también la posibilidad de crear y contemplar una mujer, inmaculada, sin mancha, como había sido el plan original para el primer hombre. Por eso a Dios se le cae la baba --perdóneseme la expresión-- al verla en la tierra con toda su pureza. Así se lo dice el  arcángel a María: "..porque has encontrado gracia ante Dios". 

Y enamorado del hombre, no le importa ir hasta el extremo y dar la vida por él al que ninguna de las divinas personas ha dejado de amar siquiera un momento, siempre esperando el regreso de ese hijo que, a veces, está tan perdido.

Ahora es el momento especialísimo de acudir al Belén y encontrarnos son quien tanto nos ha querido y nos quiere, a pesar de los pesares.


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