¿De dónde somos?


La "casa del ser", como diría un filósofo alemán, está en la palabra. Así, cuando la "Palabra" se encarna, al meditar en ella, estamos en "casa". La fe nos ayuda a ello.

--Hombre, me podrías decir, pero si yo no tengo fe. --Está bien, no te preocupes. Pídela. La fe es un don, no algo que uno podría conseguir por sí mismo. Y ese don no se le niega a nadie.

---Pero, entonces, ¿por qué no la tenemos  desde el principio?  ---Tienes razón, pero tenemos con nosotros otro regalo original cuanto cabe: el don de la libertad. De tal manera que  tú puedas elegir, porque quieres, porque una vez visto, consideras que para ti eso es bueno. Este sería el caso de la fe. Tú debes querer vivir de fe,  pero para ello debes pedirla a quien puede y quiere dártela. El Señor, tu Dios y creador, no quiere imponerte nada más que la libertad, para que puedas elegir si quieres o no tener fe.

No hay más sobre este asunto. Las puertas del cielo se abren a base de fe. Es decir, se salva el que quiere. El gran filósofo y teólogo de todos los tiempos, santo Tomás de Aquino, en una de sus visitas al castillo Rocaseca, donde él había nacido, cerca de Nápoles, recibió de su hermana una inesperada pregunta mientras paseaba por los corredores de palacio: "--Qué hace falta para salvarse?". 

La hermana del santo debía ser tan aguda como su hermano, pues esta es la pregunta más importante de las que puede hacer el hombre. La salvación es, podríamos decir, lo único importante. Tomás le contestó simplemente: "--Querer".

Es un gran alivio saber este aspecto de la libertad, cuando tantos se debatan la cabeza pensando e ideando caminos extraños para alcanzar la salvación. Para empezar, la conciencia nos va diciendo qué hacer, a veces de una manera meridiana; otras, Dios nos habla a través de amigos o en encuentros casuales con quienes nos relacionamos; no faltan tampoco situaciones en las que es él mismo quien nos guía, y siempre en las enseñanzas de la Iglesia.

La verdad es que nunca estamos solos. Y no está de sobra contar con alguien cuya formación nos puede ir aconsejando cuando le consultamos nuestras dudas. Pero, en última instancia, es la libertad  interior la que nos dice por dónde encaminar nuestras decisiones.

Respondiendo a la pregunta de este artículo, somos divinos, pues la Trinidad entera nos puso en este mundo, y nos quieren junto a ella, las tres divinas personas, para que después de esta vida, podamos seguir gozando  juntos por toda la eternidad. 




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