Confía en mí




Si una persona nos dijera, confía en mí, nuestra respuesta dependería, entre otras cosas, del "fin" a lograr y, de manera especial, de la "persona" que lo solicita. Pero si la persona en cuestión, para facilitarnos la decisión nos dijera: --No te preocupes por el "fin", deja el fin en mis manos, yo me encargo de él, pues yo puedo hacer cualquier cosa. ¿Qué responderías a esta petición?

Algo así le sucedió a María en el momento de la Anunciación. Pero la solicitud venía dada por un emisario, no por la persona misma del encargo. "--Mujer, le has caído bien a quien me envía y no tienes que preocuparte de nada más. Vas concebir un hijo, y será muy importante". 

La respuesta de María es inaudita: "--Está bien, que se haga según tú me dices". La explicación de este proceder la encontramos más adelante, cuando ella decide ir "inmediatamente" a visitar a su parienta Isabel. Llama la atención la descripción del evangelista san Lucas, que pasó un buen tiempo aprendiendo de las narraciones de María hasta los mínimos detalles. Él sólo usa el adverbio "inmediatamente" en dos ocasiones: en la marcha de los pastores hacia Belén después del anuncio del ángel, y en el de María, pues le había dicho que a pesar de lo avanzado de  la edad de su pariente, esperaba un hijo, un acontecimiento relacionado con el de la concepción y la vida de Jesús.

Pues bien, en la respuesta de María nos revela ella misma dónde radica la base de su confianza, cuando al oír el recibimiento de Isabel, le contesta que Dios ha visto "la humildad de su esclava". Esta es la clave: la humildad de la que iba ya era la madre de Dios. No hay en la historia una mayor gracia que esta: ser llamada a la maternidad de Dios, algo inimaginable por el hombre, ni siquiera en las mitologías más audaces de los pueblos antiguos.

Entonces, el camino hacia la confianza no reside solamente en "quererla"; se requiere además de la humildad, consistente en ese "andar en verdad", como la definía la doctora de la Iglesia Teresa de Ávila. 

Es decir, para poder confiar, se precisa querer andar en verdad. Y sin duda, hay algo en el hombre que nos indica el camino hacia lo eterno.







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