Acercándose a la Navidad, la "plenitud de los tiempos"


Solía ser fácil acercarse a la Navidad. Las calles se llenaban de luces, color y música. Los turrones llenaban su lugar en la alacena y no se podían tocar hasta la Nochebuena. Los belenes iban contagiando del verdadero sentido de estas fiestas, y en los comercios, en las iglesias, incluso en sitios oficiales se colocaban las figuras en el campo y las orillas de los ríos, con las ovejas pastando distraídas mientras los pastores, ya al anochecer,  atendían el anuncio de los ángeles sobre el nacimiento de Jesús, el Salvador de los hombres.  También en las casas, cada familia según su disposición de espacio, tendía un lugar para el nacimiento, quizá añadiéndole cada año alguna figurilla más.

Luego venía el ajetreo de las postales. En cada familia había un encargado de felicitar la Navidad a los parientes y amigos, deseándole unos buenos deseos para este tiempo y para el año nuevo. La mayoría de los grabados de las postales iban desde la reproducción de pinturas y grabados clásicos relativos a escenas en torno al nacimiento del Niño Dios. Ahora, sin embargo, me resulta difícil encontrar algo parecido. Las representaciones del Belén casi no se hallan en parte alguna, y se han sustituido por escenas ajenas al sentido de esta celebración, aunque se coloquen en los anaqueles de las librerías bajo los títulos de "Navidad", "Christmas" y cosas parecidas. La parte distinta, además de la iconografía, se debe a la escasez de envíos de postales para felicitar estas fiestas como antaño.  Se ha reducido en su mayor parte al envío de un recuerdo breve enviado por las "redes sociales" de internet. 

Al acercarse la Navidad, aparece una lucha para ocultarla y desacreditarla bajo todo tipo de argumentos."--No digas Navidad, porque hay quienes no la celebran y se podrían ofender"; "--Es mejor callarse porque otras religiones tienen otro tipo de fiestas y se les obliga a vivir algo en lo que no creen"; "--Di felices fiestas..." 

En fin, mientras algunos se han salido con la suya y no tienen a quién ni qué celebrar  en estos días, excepto dándole culto a la panza, muchos otros ven ya desde el inicio del Adviento un camino cada vez más alegre porque, aun en medio de privaciones, nos vamos acercando a la "plenitud de los tiempos", cuando el creador del hombre se abaja haciéndose como él, con el fin de salvarlo. Y para ello se vale de otros hombres, como sería el caso de María, que, sin conocer varón viene a ser la madre de Dios. 

Por eso la alegría es plena, al recordar en estas fechas lo grandioso de este encuentro de lo "máximo" en lo "mínimo", pues no hay imposibles para Dios. ¡Ánimo, pues, pues acabamos de empezar!. ¡Todavía hay tiempo para incorporarse a este camino y acompañar a José y María hasta el Portal de Belén!

 





Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra