Nessun dorma! (¡Que nadie duerma!)




El sueño suele ser uno de los compañeros del hombre en su viaje  por este mundo. El mismo Jesús, a pesar del oleaje en el lago de Genezaret (Jardín de las riquezas, en hebreo) cae profundamente dormido. Son abundantes los pasajes en donde los apóstoles también se quedan dormidos en momentos cruciales. Hay, sin embargo, quienes, por mil razones, no pueden conciliar el sueño en sus largas noches.

Hoy parece que el sueño es una consecuencia del afán de consumo. El consumismo, abotarga los sentidos, y la inteligencia se invierte en descubrir nuevas avenidas de placer. No es de extrañar entonces, que la presencia de "ideologías", completamente extrañas a la verdad de las cosas, acaben siendo absorbidas por la sociedad. No importa si se trata de países capitalistas o comunistas. El dejarse llevar por el capricho de ver las cosas, no como son, sino según el parecer personal, las costumbres o la moda (ahora también hay dictados de los influencers), nos aparta de la realidad al no ver las cosas de frente, tal como son.

¿Por qué entonces el hombre se aparta de la verdad de las cosas y va tras imágenes empequeñecidas de lo real? Decíamos del "consumismo" como una fuente de distorsiones, pero eso explicaría tan solo una parte del problema. Sin pensamos en los acompañantes de Jesús, el durmiente de la barca, ya mencionado, después de caminar y convivir con él durante tres años, después de haberles dicho y aclarado en privado el significado de su presencia en el mundo y sus planes con los Doce, se encuentra abandonado por ellos a la hora de la verdad.

¿Acaso la verdad no es atractiva por ella misma sin recurrir a subterfugios que la desfiguran? ¿Cuál es el temor de acercarnos a ella? ¿Deben unos contentarse con las migajas mientras otros campan en la cresta de sus logros intelectuales? La necesidad de un punto de apoyo para las empresas del hombre sobre la tierra es algo obvio, desde la cuna hasta el último suspiro. La clave entonces está en donde buscamos ese "apoyo". Está claro que el hombre no puede andar solo, y si se empeña en hacerlo, no tardará en caer por los suelos. En el mundo hay insidias y persecuciones, y debilidades físicas o psicológicas. Sólo el 'amor propio' puede empañar la causa lamentable de las caídas: la "soberbia".

Perder el tiempo de la vida consiste en no dar con lo necesario. No dar con la verdad equivale a moverse en la 'mentira', y conduce a ninguna parte. El camino desaparece y da lugar a un río caudaloso, donde los pies no tocan fondo, quedando a merced de la corriente donde la vida se consume sin sentido alguno, hasta caer y hundirse completamente agotado.

Que nadie duerma, entonces, ante los hechizos del mundo. Dormirse por cansancio es otra cosa. El Nessun Dorma de la ópera Turandot de Puccini, estrenada en 1926, todavía sigue teniendo sentido si bien se mira y se tiene un buen apoyo.


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