Aprender de entre sabios, premios Nobel y santos (san Josemaría Escrivá)


Josemaría Escrivá, 1964, 1965, 1967 (Ermita), 1969, 1970. Por la suerte de vivir en Pamplona, sede de la Universidad de Navarra, abierta en 1952, tuve muchas  ocasiones de estar con este santo de la vida ordinaria. 
La  primera vez fue, según creo, en el mes de febrero de 1964. Estábamos unos cuantos estudiantes a las puertas de la entrada del edificio central de la Universidad de Navarra. Lloviznaba. Bajó del coche, un Mercedes negro, y se dirigió hacia la entrada. Tenía ya fama de santo cuando comentaban soto voce, quienes sabían más de su vida. y se esperaba verlo  aparecer como una persona de andar cansino, bendiciendo a todos al ir caminando. El estereotipo quedó roto para siempre. Ágil, sonriente, nos dirigió unas palabras al pasar: Que Dios os bendiga. Luego pasó un segundo por el oratorio a saludar al Santísimo. De ahí fue a la Sala de Juntas de Rectoría. Por supuesto yo no estaba invitado, pues se trataba de una ceremonia sencilla para honrar al vicepresidente de la Diputación Foral de Navarra, Don Amadeo Marco. De alguna manera pude introducirme en el salón, pero lo guardianes del orden me habían echado el ojo. Pude ver, sin embargo, cómo Don Josemaria se dirigió en primer lugar al señor Marco dándole un largo abrazo. Al señor Marco se le saltaron las lágrimas, y fue así el comienzo de una tertulia donde el fundador del Opus Dei y Gran Canciller de la Universidad de Navarra fue el principal orador. En estas, los guardianes del orden me asediaban con la intención de sacarme del lugar. Entonces, le dije a Don Josemaría, arrimándome a su lado izquierdo: Padre, éstos me quieren sacar de aquí. El Padre, me agarró del brazo y me dijo: Hijo mío, de aquí no te saca nadie. Y así transcurrió la velada en paz. Recuerdo a grandes rasgos algunos de los detalles que más me impactaron en ese momento. Se refirió a su cariño grande por la Universidad. Cuando me muera, dijo, quiero que pongan mi corazón en una lata y lo entierren en un rincón del Edificio Central de la Universidad. Luego, se refirió al matrimonio cristiano: No tengáis miedo a quereros. Los  lechos de los esposos deben estar muy juntos, y el acto conyugal  abierto a la vida, para que no se convierta el lecho matrimonial en un catre de mancebía. Al referirse a la pobreza, se tocó la sotana diciendo: Solo tengo otra sotana y esta funda de paraguas que llevo puesta. Mientras hablaba, yo le iba observando su sotana, bien planchada y limpia, pero tenia unos zurcidos muy bien hechos en la parte izquierda, junto a la bolsa. Dio las gracias al vicepresidente Amadeo Marco, por la acogida dada a la Universidad desde 1952 en la persona de D. Ismael Sánchez Bella, y el entonces Rector D. Francisco Ponz Piedrafita, todavía viviendo en Roma con más de 100 años de edad, acompañó al invitado de honor de esa reunión y a Don Josemaría después de la conclusión del acto.

La Universidad de Navarra siempre fue un atractivo para el ahora ya san Josemaría, y durante su visita en 1967, bendijo  la ermita de Santa María del Camino en el sendero de entrada a la Universidad. De nuevo me tocó estar a su vera. 

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