El hombre en busca del "sentido" del Adviento y de la Navidad



¡Ya viene!



Estamos acabando el año litúrgico. Se trata del ciclo iniciado con la preparación de la venida del Salvador, el Mesías, concluido con la fiesta solemne de Cristo Rey. Es decir, el Adviento, el tiempo donde se prepara la Navidad, el nacimiento de Jesús en Belén, a quien, al final de los tiempos, veremos venir como Rey de todo lo creado.

Dicho de otra manera: Dios se hace hombre para salvar al hombre y devolverle su lugar en la creación, como "hijo de Dios" en su hijo Jesucristo, pues como Padre amoroso,  envió al mundo a su Hijo único para rescatarnos del pecado y de la muerte.

Por eso, el pueblo cristiano se viste de fiesta cuando concluye el recorrido del ciclo de liturgias con todo el esplendor posible: con la celebración del "Rey de reyes" en el último domingo del año. Tras un breve tiempo de preparación en el mes de diciembre, se va alegrando otra vez con la cercanía de la esperanza, al comprobar la proximidad de su nacimiento: la gran fiesta de la Navidad, segunda en rango solamente después de la Pascua de Resurrección. 

La ciencia ha tratado de desvelar la clave de estos misterios que, año tras año, conmueven al mundo. Su indagación resta siempre sobre el método "infalible" de una "interpretación racional" de estos hechos, indagando el "cómo" y dejando de lado el "porqué". La ciencia se ocupa siempre de las "relaciones", pero se suele olvidar de las "causas".

Difusa o no, todo hombre ha tenido una noción de Dios, bien para denostarlo, negarlo o como una especie de sombra en sus intuiciones. Desde luego, este hecho no demuestra nada, pero sirve para indagar en esta presencia a veces ni siquiera querida. El "porqué" anima a seguir indagando, pero con el "cómo" apenas se puede dar un paso y se reducen esas presencias a una especie de fantasmas inoportunos aparecidos en la vida de ciertas personas, hechos inasequibles a una indagación experimental científica.

De esta manera, se afianza la noción de "misterio" en las propuestas religiosas. El "cómo" se ve inerme ante este estado de cosas, y llega confundir la presencia de lo desconocido en su rama del saber con el "misterio". Sin embargo, el creyente, estudioso o no del hecho religioso, sabe que el "principio" del mundo es un "misterio", por mucho que se estudie, y acepta lo revelado, donde se afirma que la "creación" es de origen divino. Así, pues, lo insondable del universo, no es sino una expresión de su creador.

Asimismo, que ese "creador" inmenso se encarne en una jovencita desconocida de un pueblo insignificante, por "amor" al hombre a quien quiere redimir, no se puede explicar científicamente. Sólo si reparamos en la noción de amor, presenta en cada aspecto de la "revelación", empezamos a entender cómo la misericordia de un ser bueno puede realizar tal cosa.

Pues, bien, de eso se trata la celebración de esta espera de la navidad, bajo la figura del Adviento.

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