Feminismo: ¿camino a la soledad absoluta?








Este año, el mundo de la moda ha puesto en primer plano a la mujer. Se dice que el hombre ahora no puede decir lo que quiere, sino lo que la mujer quiere.

Pero escarbando  la verdad del asunto no vemos ahora cómo o en qué ha cambiado esta moda, tan ruidosa. La mujer siempre ha dicho lo que ha querido, desde el tiempo de Adán (Cualquier casado podría dar testimonio de este aserto). Este hombre, inquirido por haber comido el fruto del árbol prohibido, el de la ciencia del bien y del mal, responde como un sometido neófito: La mujer que me diste por compañera me lo dio. Eva se había dejado seducir por la propuesta de ser como dioses si comían del fruto prohibido. 

Y desde ese momento viene el despliegue de la "enemistad". Pero al principio no fue así. El hombre y la mujer fueron creados para unirse para siempre, a pesar de los pesares. 

La moda de hoy trata de extrapolar las diferencias sin darse cuenta de que sus reivindicaciones no son sino la pretensión de hacer a la mujer igual al hombre. De ahí nace la confusión reinante de no saber exactamente en dónde estamos situados. Como consecuencia, la mujer aparece cada vez más masculina, a costa de dejar de ser femenina.Y, el hombre, se va desplazando a la tierra desconocida de la homosexualidad y la transexualidad. 

Mientras, se está produciendo el llamado "declive demográfico" debido a estas incertidumbres sexuales, donde la mujer deja de procrear o espera hasta el último minuto de su vida fértil para hacerlo, de manera especial en los países europeos, "cuna de la civilización occidental", reduciendo las tasas de fertilidad a cotas mínimas, donde resulta imposible reemplazar a la generación actual. Es decir, la vida se acaba por decisión personal. Los países de Europa, en especial los países más meridionales, tienen tasas cercanas al 1,3 por mujer en edad fértil, cuando deberían ser de 2,1.

Lo interesante de esta proceso se observa en el descontento reinante en las algaradas frecuentes de mujeres en las calles, protestando por la "desigualdad", es decir, de no ser como los hombres.

El odio se ha filtrado en las relaciones. La palabra se debe medir, so pena de ser demandado. La fecundidad se ha convertido en una desgracia. Hay cosas más importantes para la mujer, tentada como está de competir en el ambiente profesional, donde se aspira a ejercer puestos de liderazgo en la misma proporción que el hombre.

Los media se encargan de activar estos modelos. Pero resulta interesante observar a esas mujeres que han triunfado en la vida debido su desempeño profesional, en donde sobresalen especialmente las dedicadas al mundo del espectáculo y de la moda. Lo más característico de entre este segmento de la población exitosa femenina, radica en su soledad.

Esta lucha por la igualdad puesta en primer plano por las feministas del corte que fueran, lleva a fomentar el odio y a vivir en soledad. Como consecuencia, la vida en las sociedades económicamente más capaces, se extingue. 

Usted mismo puede sacar sus conclusiones. Pero la soledad absoluta es patrimonio y un adelanto de la condenación.



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