¿Pero hay verdaderamente todavía santos de izquierda?



Por supuesto: hay santos de izquierda. Tan necesarios son los santos que incluso quienes no creen, especialmente los políticos de la izquierda, tienen los suyos y no cesan de invocarles. 

No nos estamos refiriendo a las efigies de los santos situados en la parte izquierda de la nave central de una iglesia. No. Mas bien nos referimos a esa constante necesidad de invocar a los antepasados del espectro político de la izquierda,  como si hubieran sido los redentores da la humanidad. Esto se puede notar especialmente cuando se perciben  momentos de peligro.
Por ejemplo, el presidente del gobierno español Pedro Sánchez acaba de ir a Francia para reivindicar la memoria del último presidente de la II República española Manuel Azaña y del poeta sevillano Antonio Machado, cuyas tumbas se hallan en Montauban y Collioure, respectivamente. De esta manera, según Sánchez, recibirían los merecidos honores "nunca dados" y descansarían en paz.
Pedro Sánchez se presta a lavar esta afrenta justo en un momento de peligro para su presidencia. Debido a su incompetencia para negociar el presupuesto de este año, se deben convocar elecciones en dos meses y su caída del trono parece muy probable. 
Sin embargo, a Sánchez le flaquea la memoria. En 1978, el 20 de noviembre, el ya rey de España Juan Carlos I tuvo una reunión privada con la señora Dolores Rivas Cherif, viuda de Manuel Azaña, durante su visita a México, y le rindió el debido homenaje a la memoria de su marido mientras miles de exilados españoles, republicanos,  prorrumpían en gritos de júbilo con vítores al rey de España.  Quizá también a esta falta de memoria se deba el tan reciente y mencionado traspiés de Pedro Sánchez confundiendo una cita de fray Luis de León atribuyéndosela a san Juan de la Cruz; y un desliz semejante al confundir en una frase  a Albert Einstein con Ernest Hemingway. 
La excusa del viaje se debía al 80º aniversario del fin de la Guerra Civil española. Pero hay un par de detalles a considerar. El señor Manuel Azaña, tras haber renegado de la Iglesia y permitido la quema de conventos en 1931, huyó a Francia en 1939, al final de la contienda, pues él representaba a la facción perdedora. Sin embargo, al llegar a Francia le ronda la muerte y fallece arrepentido de sus tropelías ayudado por el obispo de la diócesis de Montauban Pierre-Marie Thèas, recibe la extremaunción y la indulgencia plenaria, hechos siempre silenciados por los militantes de la izquierda española. En todo este proceso, el legado del México en Francia fue de gran ayuda. Azaña se convierte en el último momento, y si bien quería la "unidad de todos los españoles", reconoce sus errores a la hora de conseguirla. Es sabido de su religiosidad durante la niñez y juventud, y quizá por eso su conversión fue más fácil ayudado durante varios días por el señor Obispo. Pues bien, todos estos datos son ignorados por la incredulidad de Pedro Sánchez.
Pero, aún nos queda un detalle. Los honores dados en esta visita a los "santos de izquierda" sitos en Francia,  alcanzaron también  Antonio Machado. Quizá Pedro Sánchez, en estos tiempos de relativismo intelectual y moral,  debería haber ponderado los versos de su admirado poeta: "¿Tu verdad? No, la verdad; y y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela".
La perversión de la "ideología" en este caso resulta manifiesta. No hace falta investigar. Basta con ir acomodando, ignorando y deformando los hechos a la conveniencia del mejor postor., hablando "en necio" al pueblo para darle gusto. 
El Che Guevara, Mao y Stalin así lo pensaron. Pedro Sánchez se quiere mover en esa tradición. 



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