Más luces en Navidad









A la hora de la muerte, Göethe gritó: "Más luz". Su mundo se apagaba. 

Nuestro mundo se va quedando a obscuras. El tráfago diario apenas deja un resquicio por donde pueda pasar la luz. 

Por eso hacen falta luminarias en las calles y en las plazas, y en la casa. Pero sobre todo en el corazón, quizá ya un poco mustio debido al trasiego de estas fechas. Se deben encender todos los rincones del alma en estas fechas para acercarse a ese niño Dios que nos visita. Nada hay parecido en relato alguno de la Antigüedad.

Junto al Belén, del nacimiento, sale esa luz que las tinieblas no han podido sofocar. Existía la luz verdadera, y vino al mundo para iluminar a todo hombre. Por eso no han podido erradicar la costumbre de situar Belenes en plazas, iglesias y casas.

¡Más luz!, hace falta más luz en cada uno de los encuentros entre los hombres. Si cada quien va a lo suyo se hace de noche y no reconoceremos fácilmente en la penumbra la cercanía de un semejante

Las noticias de los media no cesan de hurgar en la miseria de los hombres, en sus desencuentros, para apagar la esperanza de los hombres. Parece como si la encomienda fuera: "que nadie esté tranquilo". Pongamos en la plaza, como en Barcelona, con el auspicio de la alcaldesa, sillas en vez de las figuras de la Natividad. A pesar de estos pesares, sigue habiendo muchas luces encendidas en los cruces de tantos caminos.

A veces no se puede olvidar el ayer, pero siempre se puede perdonar y así, eliminando las aristas afiladas, las ataduras que impiden levantar el vuelo.

¡Ánimo, ya viene la Navidad! Y debemos iluminar cada rincón de la casa y del alma! 

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