Negar la realidad tiene un precio


En nuestros días, también Xavier Zubiri (1898-1983) se cultivó en esta postura.




Cuenta santa Faustina Kowalska (1905-1938) su visión del infierno. Al final de su "recorrido" ser refiere a un punto clave: por qué la mayoría de los condenados están ahí. Respuesta: porque no quisieron creer en su existencia.

El mal se extiende por todo el mundo. No importa si se trata de cuestiones económicas, sociales, políticas o deportivas. En cada esfera de la vida se cuela el disenso, la división, el encono. 

Ni siquiera quienes luchan por estar cerca de Dios, quedan exentos de las insidias diabólicas. El diablo ronda en nuestro entorno (la familia, los amigos, el trabajo) "como león rugiente". Nadie está confirmado en gracia. De ahí la necesidad de
andar en verdad y saber de estas realidades para adquirir la humildad suficiente para pedir ayuda a quien, por su criterio y rectitud de vida, puede hacerlo.

Sabemos de algunos santos famosos, cómo el diablo no les dejaba en paz. El santo Cura de Ars, Juan María Vianney (1786-1859), patrón de los párrocos, de la Francia del siglo XIX, el diablo no le dejaba en paz, ni de día ni de noche,  especialmente, cuando se iba a  acercar  algún pecador notable a su confesionario. Se hablaban en latín, y la familiaridad del santo con estas intervenciones  malditas dejó de inquietarle. 

Otro caso más reciente se relaciona con el Padre Pío de Pietrelcina, capuchino italiano de nuestro tiempo (1887-1968). El diablo le agredía físicamente en su misma celda del convento. 

Con estos datos no se trata de inquietar a nadie. Por el contrario. Es muy poco probable sufrir este tipo de embates. El demonio es muy listo y cifra buena parte de su éxito en silenciar su presencia en cada pliegue de nuestra vida.

El papa Francisco ha sentido su intrusión en cada palabra dicha, en cada palabra escrita. De ahí su decisión de dejar "que los muertos entierren a sus muertos", y guardar silencio. Los media deben hacer su tarea y buscar la verdad, en vez de decirles "esto es la verdad". Esa es la única manera, en estos tiempos de fake news, de que cada quien haga su trabajo.

Naturalmente, al bien llamado "padre de la mentira", le desconcierta el reto de buscar la verdad, pues de suyo, se mueve siempre en el estercolero de la división y el engaño

Nuestro fin consiste en esa "búsqueda de la verdad" para poder orientar cada una de nuestras acciones al bien del hombre, de acuerdo con su naturaleza humana. Ser amigos de la verdad, aun a costa de ir contracorriente en este mar de la opinión pública. 

La primera encuesta sobre opinión pública la encontramos en el Evangelio, cuando Jesús, en Cesarea de Filipo, un pueblo hoy inexistente, pregunta a sus discípulos: "Quién dicen los hombres que soy yo". Cada apóstol va soltando su propia versión, lejos de la verdadera respuesta. Es decir, no por amontonar respuestas en una categoría, descubriremos la verdad de las cosas. 

La "opinión" consiste en tomar postura por una alternativa, con el "temor" de defender una opción contraria a la verdadera. Detrás de ese hablar por hablar, hay un "temor" de estar errado con h. 

Entonces, contemplar la realidad y considerarla en un momento de reflexión, es el precio a pagar por tener la verdad, sin someterse a los vaivenes de la opinión pública en cuestiones fundamentales.



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