Eternamente críticos: cuando se ve sólo la mitad de la realidad






La noticia apremia. No puede esperar. Las prensas, el micrófono radiofónico, el plató de televisión, y el incombustible portátil abierto a las redes sociales están siempre sedientas de mensajes.

Al leer, escuchar, ver y oír estas voces aireadas por algún medio, se detecta casi siempre un énfasis en lo negativo de la vida. El espíritu crítico vuela de mensaje en mensaje y nos lleva a preguntar si estaremos viviendo en el mismo mundo.

No se trata de dudar sobre las "ponderadas" columnas de algunos periodistas. Con retorcidos bucles retóricos llegan a descubrir ese aspecto negativo, de lo actual y de la historia. Sí, también la historia tiene cantidad de invernaderos llenos de mugre, nunca ventilados anteriormente.

Al contemplar estos escenarios día con día, se nota ese retirarse de la creación, de la naturaleza, de los animales, de las cosas y de las personas para ver sólo el excremento, los residuos inservibles, y presentarlo en primer plano como lo único importante de la vida.

Viene a ser como ir a una reunión gastronómica de primer nivel, con el mejor chef del mundo, donde se han cocinado espléndidos platillos de carne, pescados y postres, y pasar luego a contar los excrementos de quienes han disfrutado de esas viandas. 

Desde luego, el cuarto de baño guarda sus secretos de una realidad de la vida innegable, necesariamente presente en la vida de las personas y de los animales. Pero redactar cada día los hallazgos de lo excretado por esas personas y animales, es enfermizo, por lo menos.

Ya está bien de separar cribando la realidad dejada desde siempre en lo oculto, pues todos saben dónde se encuentra el "retrete", ese lugar retirado de la vista y de los sentidos ajenos, por respeto, por decencia, por pudor.

Se opera al revés: se pone a Dios en lo obscuro, en lo retirado, y apenas se nombra. La familia, como algo incómodo, como un estreñimiento vivido a escondido a duras penas. La religión se presenta como un corsé, una prenda interior incomoda cuya presencia incomoda. La verdad, una diarrea mental hedionda, no apta para ser mencionada entre un público enterado.

Por el contrario, las desviaciones de lo natural, de lo de siempre, el respeto a la vida desde la concepción; el presentar como natural el hombre y la mujer, sin más, sin colocar las tendencias y gustos en primer plano como lo esencial; deponer la fidelidad y la castidad como enfermedades mentales, y un largo etcétera, donde se cultiva la división entre le hombre y la mujer, en una tierra agraz, árida, sin fruto alguno, y sin distinguir ya más entre el bien y el mal es el resultado de ese mirar sólo a los excrementos, reales, sí, pero olvidándose de la vida, se ser creados, del destino fantástico a la felicidad ahora y después, de la convivencia humana, del ayudar entre todos a quien se cruza en el camino....

Ese querer no ver la belleza del ser en su plenitud, con su verdad y donaire es querer moverse en los vertederos de la basura, una vocación cultivada por tantos, contagiosa en extremo. 







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