Siempre hay un camino a la esperanza



Nuestra Señora de la Esperanza, venerada en la Iglesia de Cristo Rey, Jaén, España.



La puerta de la esperanza se abre hacia fuera. Siempre hay una puerta, y se abre desde dentro..., si uno quiere.

Así me contaba un amigo sobre el momento de la perdida de la esperanza, cuando, sin darse cuenta, se recuperaba después de una operación casi letal, sometido a opiáceos para calmar el dolor, sin poder distinguir entre  realidad y  representaciones fantasmagóricas, inmerso en un ambiente desconocido.

"Todas las puertas estaban cerradas. Estaba maniatado. La gente iba y venía. Les gritaba. Parecía no importarles mi estado. El dolor presente inundaba todo el cuerpo, yacente en una parihuela. El sol se colaba en la cúspide de una claraboya en lo alto de un techo altísimo. Pasaban las horas. Nadie hacía caso de mi estado. Incluso el sol, pasadas las horas se había cansado de iluminar la enorme estancia, donde parecía estar solo, sin remedio alguno y sin saber por qué. Al cabo de no sé cuántas horas, una mujer se inclinó sobre las ataduras de mi estacionamiento con la rodilla encima de mi brazo inerte y así impedir movimiento alguno, asegurándolas con más fuerza. Preguntaba, gritando, por qué me tenían fijado con los brazos extendidos en forma de cruz, y las piernas atadas al extremo de la camilla, como a un crucificado. No había respuesta. Me abandoné entonces en manos de la Virgen María. No sé, si al fin, exhausto, caí en un sopor, sin recordar nada más de una encerrona sin explicación alguna".

En la vida se dan situaciones similares, pero, siempre hay una salida. Si la realidad imprevista o no va más allá de lo esperado, entonces queda la posibilidad de cambiar la actitud ante ese callejón sin salida...aparente. Por ejemplo, el asalto de una contrariedad dolorosa, tal como sería la muerte de un ser querido. La respuesta podría ser imaginar ese "descanso eterno" donde, mediante nuestra plegaria intensa, se podría facilitar ese paso. Es decir, la ayuda proporcionada por quien se queda "aquí", se convierte en una ocupación edificante, capaz de atenuar la pérdida de ese ser querido.

El dolor físico sería otra situación fuera de nuestro control si, una vez aplicados los remedios oportunos, se siente la mordedura incisiva de un intenso malestar, incesante. Ante esto, también cabe el recurso al interior de uno, para decirse, unido a la Cruz de Cristo, la imposibilidad de soportar más ese malestar. Y se le pide entonces la gracia de saber llevar esa pesadumbre, a sabiendas de nuestras limitaciones. No hay otra salida, excepto la del amor, una entrega total aunque parezca sin sentido.

El desprecio de quienes han sido tus amigos y conocidos (Pasar página). El olvido de los familiares (Pasar página). Vecinos displicentes (Pasar página). Contrariedades (Pasar página). Enfermedades y achaques (Pasar página).

2018 es un nuevo comienzo. Vale la pena intentar abrir, con cariño,  esa puerta de la esperanza, hacia fuera.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra