Sí, todavía hay gente buena. ¿En Davos?

Por supuesto: todavía hay gente buena en el mundo, en cualquier latitud. La fe no se ha extinguido totalmente.

¿Prueba? El mundo sigue funcionando, aun a base de sobresaltos y movimientos bruscos. Es decir, todavía aletea la presencia de Dios, y podremos reconocer al hombre. Sin su presencia, viene el desastre. El hombre aparece como un extraño para el hombre, parafraseando a Hobbes.

Hemos encerrado al hombre con los problemas creados por él mismo bajo una gran cortina sin apenas alguna rendija por donde nos llegue la luz. La luz del mundo. Con buena intención, se trata de resolver primero cada uno de los problemas actuales. Los económicos en Davos, Suiza, donde mañana se pasearán por los escenarios  repletos de cámaras, los expertos en este campo. Quizá sean ellos  mismos los causantes de la debacle económica. Y podría ocurrir algo semejante en otros campos de la sociedad, acuciada de problemas, al parecer irresolubles.

Entonces, si los problemas no se acaban de resolver, y su resolución es la condición sine qua non para apartar esa gran cortina y permitir entender de las bondades de la presencia de Dios en la tierra, sus pobladores no podrán escuchar nunca su palabra. Sin duda alguna, la vida eterna  desaparece de escena, y con ello, la alegría.

Decíamos al comienzo de esta nota: "todavía hay gente buena". Se descubren cuando se en el camino descubrimos, sin artificios, gente alegre. Porque la alegría no se puede obtener directamente; siempre es el resultado de la "entrega", plasmado en obras concretas.

Cuando nos dicen: el 80% de las ganancias del año pasado han ido a parar a las manos del 1% más pudiente económicamente de la tierra, hay algo de qué hablar en Davos, Suiza, a partir de mañana. 

Quizá una de las conferencias se dedique a la equidad.








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