El papa Francisco y la reina Isabel: catolicismo y protestantismo.

Si queremos calar a fondo la diferencia entre catolicismo y protestantismo, basta echar una mirada a sus dos representantes máximos: el papa Francisco y la reina Isabel II de Inglaterra. Procuraremos no ser odiosos en estas comparaciones.

La Reina, intocable. Incluso su marido, el Duque de Edimburgo, debe caminar unos pasos atrás de su esposa. Nadie debe tocar a la Reina bajo ningún motivo. Su rostro, tiende a mostrarse hierático, adusto, impasible, aunque los acontecimientos familiares, sociales y políticos le hayan afectado en serio. No se requiere desmenuzar ahora los complicados enredos de la familia real durante el casamiento del príncipe Carlos, su hijo, con Diana, su poco convencional relación y el final trágico de Lady Di.

La frialdad de la Reina ante la muerte de la princesa no pasó desapercibida. El pueblo británico, entusiasta de los modos más naturales y cercanos de Lady Di,  mostró su repulsa a los gestos oficiales de la monarquía de diversas maneras.

Pero el punto a considerar en este apartado, se relaciona con el papel de la Reina en la religión anglicana, protestante. Ella es la "cabeza" de esa iglesia. En el distanciamiento protocolario entre su persona y el pueblo, no deja un resquicio siquiera para la caridad, elemento esencial del cristianismo. La concepción cristiana del hombre con sus virtudes y defectos, comienza su decadencia, precisamente, en los tiempos del Renacimiento, alentada por el Humanismo. Enrique VIII comenzará a recorrer un camino divergente del de Thomas Moore. Aquél tiró el cristianismo por la borda; éste, se hizo santo con él.

El hombre creado a imagen divina, sufre u descalabro con el Protestantismo en todas sus formas. El fardo de la "culpa" original, anubla la fuerza de la gracia y la realidad de la filiación divina en la vida del hombre.  Desaparece la caridad en el trato. Y esa ruptura se nota incluso en el gesto. El obrar refleja con frecuencia la forma de pensar.

Pasar junto al papa Francisco, por ejemplo,  significa tocarlo o ser tocado por él, tal como vemos con las gentes del tiempo de Jesucristo. San  Lucas nos narra su paso por pueblos y alquerías: "...toda la gente quería tocarlo". Luego, él mismo reclama a los suyos el impedir que los niños se le acerquen, y el papa Pablo VI rompe para siempre el distanciamiento impuesto por la silla gestatoria en sus salidas del Vaticano y el público, sin duda con el fin de ser visto por todos,  abriendo así la llegada al papamóvil y al caminar a pie entre las gentes. Y antes de él, Pío XII, el más serio de los papas recientes, era, sin embargo, un hombre afable en su trato.

El cristianismo es cercanía con Dios y con los demás. El nombre de Dios en la tierra es Emanuel, cuyo significado es Dios con nosotros, cercano siempre,  No se avergüenza de vivir su vida junto a nosotros, ni siquiera de tomar nuestra propia naturaleza humana del cuerpo de una mujer, María.


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