Cómo Teresita llegó a ser doctora de la Iglesia


Santa Teresita (1873-1897) vestida para la obra de santa Juana de Arco. Para Jean Guitton, notable intelectual francés, "uno de los pocos genios espirituales desde los tiempos de Cristo", y de la que tomó su nombre Teresa de Calcuta.





A santa Teresa de Lisieux se le ha quedado el nombre de Teresita, quizá para distinguirla de la Teresa la Grande, santa Teresa de Ávila, del siglo XVI. Pero  ambas Teresas han sido declaradas doctoras de la iglesia.


Fallece en 1897 a los 24 años de edad.




Resulta la vida de Teresita una especie de misterio. Muere a los 24 años en el convento de carmelitas de Lisieux, y sus compañeras de claustro se preguntaban por el testimonio a escribir en el libro de las defunciones, pues, ¡no había hecho nada digno de resaltar! desde su llegada a los 15 años, por un permiso especial del papa León XIII, solicitado en un viaje a Roma, acompañada de su padre, Louis Martin. En su escala en París, se hospedaron en el mismo hotel donde estaba Friedrich Nietzsche, justo en los mismos días, alrededor de 1888, cuando Teresita tenía 15 años y Nietzsche 44. No sabemos si se cruzaron en los pasillos o en los aledaños del hotel, pero vivieron en él durante las mismas fechas. Cosas de la vida: ¡Una  de las más grandes santas de la historia, y el filósofo de la "muerte de Dios"!


Louis y Celia Martin, santos, padres de nueve hijos; una santa, Teresita y otra, Leonia, monja salesa, cuya causa se beatificación se acaba de introducir. En total, 5 hermanas fueron monjas, y los demás hijos, murieron prematuramente.






Los padres de Teresita acaban de ser canonizados por la Iglesia, algo emocionante para el 98% de quienes en la Iglesia no siguen el camino de la vocación religiosa. Y algo de esta calidad de padres se plasmó  en su corta vida con ellos, en sus deseos de santidad. Pero la joven ve esta llamada a la santidad, de un manera especial, digna de reseñar porque nos puede inspirar:

                   "...siempre he deseado ser santa, pero ¡ay!, cuantas veces me he comparado con los                               santos, siempre he comprobado que entre ellos y yo existe la misma diferencia que entre                     una montaña cuya cima se pierde en los cielos y el oscuro grano de arena que a su paso                       pisan los caminantes.
                   Pero en vez de desanimarme, me he dicho a mí misma: Dios no podría inspirar deseos                         irrealizables; por lo tanto, a pesar de mi pequeñez puedo aspirar a la santidad.                                 Acrecerme es imposible; he de soportarme a mí misma tal y como soy, con todas mis                           imperfecciones. Pero quiero hallar el modo de ir al cielo por un caminito muy                                       recto; muy corto, por un caminito del todo nuevo" (Jean Lafrance,  Mi                                                   vocación es el amor, p. 149-150).

En esta confesión por carta a Madre María de Gonzaga, se encierra toda la grandeza de Teresita: su pequeñez, y la manera de darle la vuelta al calcetín cuando las excusas, el cansancio y la pereza nos asaltan en el camino. Inaugura la grandeza del caminito de las "cosas pequeñas".

Hay otra coincidencia digna de mención. La Navidad de 1886, tres personas se decidieron  en su camino a la santidad. Teresita, de 13 años, pasa de ser una niña llorona y sensible (le había  faltado su madre desde la infancia y tras la marcha de su hermana Paulina al convento del Carmelo la sume en un "colapso nervioso") a ser una  adolescente fuerte y decidida: "cambió la noche de mi alma en torrente de luz", decía después.  Charles de Foucault pasa esa noche de una vida disipada a una entrega misionera en el Norte de África; y ya es beato desde 2005. Y el embajador y gran poeta Paul Claudel, se convierte esa misma noche al entrar a la catedral de Notre Dame en París. y ahora tiene ya introducida su causa de beatificación. ¡Cosas de la vida!

Si Dios quiere, nos dará los medios para llegar hasta él. Y sabemos que Dios quiere que "todos los hombres se salven". Como él es bueno, es imposible concebir la presencia de una criatura humana en la tierra, cuyo destino no sea el cielo.

La Navidad ya está cerca, y mañana es su día. La Iglesia la celebra el 1 de octubre. Vale la pena acudir a santa Teresita, pues anunció su intención de "pasar su cielo haciendo bien en la tierra".







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