Discernimiento: ante la avalancha informativa

Hay toneladas de información. Basta asomarse a cualquiera de los media para quedarse anonado ante la cantidad y variedad de noticias en sus páginas de papel o digitales.

No se sabe por donde empezar con la tares. Todos pueden decir algo. Entonces se trata ahora de destacarse entre los demás, llamando a atención como una adolescente invitada a una fiesta por primera vez.

No se trata de si lo publicado es o no verdad. No siquiera la universidad reclama el privilegio de preguntarse por la verdad, y así retener su estatus de dedicarse a esa dimensión espiritual del hombre y de las cosas, venidas de la mano del mismo creador. Al desistir la universidad en esa búsqueda de lo "único necesario" en la vida, apto para conocer, respetar y usar adecuadamente todo, absolutamente todo, y así ir iluminando el camino conducente a nuestro fin, se difumina el sentido de la vida.

La inteligencia pace y abreva en cualquier rastrojo, en cualquier charca. La ecología, el respeto al ser de cada cosa, se transgrede sin reparo alguno, ensuciando, desvirtuando y contaminando el ambiente, necesario para nuestra vida. Al no saber, al no querer saber, lo que las cosas son no se vive la obediencia debida a su ser.

De aquí el desorden reinante. No se aprende a discernirSin verdad nadie ni nada  puede prosperar en la vida. Por eso la información se ocupa de lo accidental y es capaz de llenar el mundo de noticias sin sustancia, para acabar sabiendo menos cada día. Ni tiempo queda para asimilar lo inteligido. Al comparar en la inteligencia dos cosas entre sí, da lo mismo una  y la adyacente.

Al obrar así, se confunde a Dios con sus creaturas y las  creaturas pueden pretender ser como dioses. En el Jardín del Edén se le advierte a la primera pareja humana no comer de ese fruto que impide discernir el bien y el mal, pues se confunden las cosas.

Al interactuar en las "redes sociales" se trata no de conocer al otro, sino de  "ser visto", apenas leído, por otros "seguidores" con el fin de incrementar la "cantidad" de quienes oprimen el botón de "me gusta" y así satisfacer el ego. Claro, no todo funciona así.

El desplazamiento de la verdad ha permitido ese desoír al embrión con vida humana y tratarlo como cosa; a desdeñar la alta definición del hombre y de la mujer en aras de las preferencias sexuales y considerar al "transgénero", por fin,  como una alternativa liberadora frente al "determinismo genético". Así se aplaude el cambio del soldado analista de Inteligencia Bradley, encarcelado durante siete años por  filtrar a Wikileaks  información militar clasificada, por convertirse a su salida propiciada por el presidente Obama, en Chelsea Manning, una "mujer" digna de aparecer en traje de baño femenino en la portada de la revista Vogue.

Al distinguir,  discernir después de "reflexionar", entre el Supremo Hacedor de todas las cosas y su obra, aparece naturalmente la noción de culto hoy reducida a entelequia, en donde no ha lugar para la "adoración". De ahí, la grandes catedrales de antaño, privadas de su objeto de culto, se conviertan en museos de paga, y la liturgia se minimice al punto de ajustarse a la "creatividad" del celebrante en turno.

Discernir, para recobrar el culto. Discernir para respetar la creación. Discernir para adorar al único Dios, que es amor,  da y sigue esperando.








Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra