Ser agradecido...siempre. Happy "thanksgiving" day


Alrededor de una mesa parecida, la tradición estadounidense sitúa a las familias parra dar gracias a Dios por todos los beneficios recibidos durante el año, recitando una oración tradicional o una nueva, según sea el aspecto más revelador ocurrido en el seno de la familia. 





Ya ha transcurrido un año, que ya casi termina. De nuevo, es el tiempo, mañana es el día de "acción de gracias". 

En Estados Unidos, eligen este cuarto jueves del mes de noviembre para dar gracias a Dios por todos los favores dispensados durante el año. Una bonita costumbre esa de volver la cara al Creador y decirle gracias por la vida.

El amor de la tierra se desharía sin el agradecimiento. En primer lugar con los padres, colaboradores necesarios en la concepción de la vida. Ellos esperan un agradecimiento, sin nunca mencionarlo. Por lo menos, el de la lealtad, tan escasa en nuestros días.

La traición dentro de las familias ha inspirado las grandes tragedias. Es algo inconcebible que un hijo de la misma sangre se vuelva contra sus progenitores. De la misma manera, el bien nacido, reconoce el don de la vida concedido por Dios por medio de los padres. Por ende, resulta inhumano desentenderse del hacedor de la vida, acunada en el corazón divino durante siglos, conviviendo don él, sin todavía saberlo desde la eternidad de su amor.

Luego vienen los dones, donados en el curso de la existencia. Todo lo poco o mucho recibido, es lo suficiente. La precariedad por nadie es querida, pero venir al mundo en una cueva alentado por animales y por el cariño de una madre y su queridísimo esposo, duele. Y así vino nuestro creador a mundo. De noche, en la soledad de un valle de Belén.

Entonces, junto a la vida, junto a los padres, debemos descubrir siempre el don de la vocación, el mapa maestro de nuestra andadura en la tierra. En ese mapa se nos indica el itinerario para volver a ver el rostro del Padre por toda la eternidad. Si se sigue el camino indicado en los trazos los suficientemente marcados para no perderse, llegamos al final con alegría, si bien no faltarán noches sin luna en el camino.

En efecto, la vida viene con su vocación  incluida, por una razón muy sencilla: Dios no hace nada en vano, todo tiene un fin, porque él tiene un ordenamiento de cada una de las cosas, por insignificantes que parezcan.

Hay que volver al camino personal. Seguirlo supone encontrar la felicidad. No podemos perder el tiempo andando a tontas y a locas. Y si lo hemos perdido, siempre se puede rectificar y volver a los brazos amorosos del Padre, que espera. Un padre siempre espera, aunque se hagan las tantas de la noche. Más, cuanto más se tarda en llegar ese hijo nuestro, tan esperado.

Gracias, entonces, por todo lo que he recibido, si bien la tosquedad impide con frecuencia darse cuenta de los mil detalles emanados del cariño. Gracias, Dios mío, por mi familia, por los hijos, por el trabajo o por la falta de él, por el calor del hogar en las ya frías noches de noviembre, gracias, gracias, muchas gracias.

Rodeando la mesa, en esta costumbre estadounidense, queda el pavo, arropado por tantos detalles de buen gusto que, año con año, se sacan de las cajas señaladas por un letrero: Thanksgiving. A estos motivos de adorno, se añaden también, año con año, otros nuevos. La mesa, entonces, se ilumina y los rostros de los familiares y amigos se ven rebosantes de alegría.

Todos unidos, juntos, para dar gracias al Señor de la vida, brindando con una música de fondo, por el nuevo año, ya en camino. A la vuelta de tan solo unos días, llega el adviento. Pero esa fecha tiene su propia historia.

Happy Thanksgiving day!!!


Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra