La realidad de la ideología: fracaso de las predicciones


Exactitud no es lo mismo que precisión.





El fracaso de las predicciones en las recientes elecciones de Estados Unidos, resulta inconcebible. Por eso, quizá, los mismos quienes hasta el día anterior auguraban el triunfo de la candidata demócrata Hillary Clinton, no saben explicar ahora su desacierto.

Los principales media del país, y los seguidores de otros países, se equivocaron. Hasta las 12 de la noche del día de las elecciones, sostenían la victoria, aunque cada vez más apretada, de Clinton, y daban "razones" para ello, siempre basadas en los números arrojados por las encuestas. La razón se fiaba de los números. 

Todos sabemos que los números no son la realidad, pero la "correlación entre experimento  y método" impuesta desde hace tres siglos como exponente de progreso debido a la precisión de las conjeturas derivadas del conocimiento de las leyes, tiene sus límites.

Estos límites rondan esa realidad que no se ve. Cuando la ciencia se limita por voluntad propia a medir lo que se puede medir, deja fuera de consideración todo aquello fuera del alcance de los aparatos de medición, como es lógico. Por supuesto, las mediciones realizadas en tantos aspectos de las ciencias tienen un valor, pero nunca es un valor absoluto aun considerando los márgenes de error.

En el caso de las recientes encuestas a nivel nacional publicadas por los diferentes media se aprecian errores en las predicciones dentro de los nivel de confianza estipulados en casi todos los pronósticos de la candidata demócrata Clinton,   70% de los mismos estaban dentro del rango previsto. En el caso del candidato republicano Trump, sin embargo, sólo 20% de los márgenes estaban dentro de sus límites.

Y ahora vienen las excusas de quienes fallaron, sin dar nunca antes del hecho las precauciones a tener en cuenta en este tipo de situaciones. De repente, todo parece indicar el surgimiento de un huracán imprevisto capaz de alterar todas las previsiones de las encuestas. Pero, cada quien, de acuerdo con su ideología, da una interpretación distinta a la aparición del huracán. 

De esta manera, se descubre el fondo del problema. Se tomó la ideología en vez de la realidad como el norte de las predicciones, amparada en unas encuestas que arrojaron ciertos números. Pero la realidad se salió con la suya, terca como es.

La lección de estos resultados es doble. Primero, ser amigos de la verdad, y para ello no perder de vista nunca la realidad, que abarca más de lo que se puede medir con cualquier instrumento. Segundo, ser sinceros y decir lo que realmente pasa en nuestras conciencias, sin disfraces ni arreglos.

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