El papa Francisco y Aristóteles en Lesbos



Aristóteles



Nos han acostumbrado a ver, quizá por la distancia milenaria de años, al señor Platón y al gran Aristóteles como coetáneos (que sí lo fueron durante veinte años como fundador y miembro de la Academia respectivamente), desoyendo la diferencia de edad de 44 años entre uno y otro, es decir, casi dos generaciones de las de aquel tiempo.


Mientras Platón dilucidaba y se perdía en el mundo de las ideas, Aristóteles, consciente del valor de tales elucubraciones, se concretó a los hechos. ¿Hubo rupturas y malentendidos entre ambos? Jamás. A pesar de la diferencia de enfoques, se impuso siempre la calidad del respeto, esto es, la liturgia del trato humano.

Hoy no se ven tales muestras de afecto en la disidencia política, por ejemplo, ni en el trato a los semejantes que, debido a su situación de precariedad, son manipulados como las bestias. Aristóteles sufrió al ver, en esas mismas tierras de Macedonia, de donde procedía, cómo el rey Filipo destruía su tierra natal, Estagira, si bien después la reconstruye en atención al que iba a ser preceptor de su hijo.

El espíritu destructivo no suele anidar, sin embargo, en el corazón de los grandes hombres. Desentona hoy cuando vemos a políticos surgidos de la "academia", movidos por la ambición de poder, sin concesiones a quienes les aventajan en edad y experiencia en el ramo de la política, a cuyo ámbito desean incursionar, con una capacidad de establecer siquiera un diálogo, esos diálogos aprendidos del gran maestro Sócrates, que tiñeron para siempre el talante de los "académicos".

Incluso Aristóteles, el más conspicuo de los alumnos de Platón, se aleja de la Academia sin respingar, cuando a la muerte de su fundador, la dirección de la misma pasa a un miembro de la familia platónica, Espeusipo. No sabemos de reproches ni venganzas por parte del de Estagira. Parte con su amigo en busca de otras amistades académicas en Assos, donde contrajo matrimonio con Pytia, quien le dio una hija (Luego, al morir ésta, tendría un hijo, Nicómaco, con Herpilis, una esclava a quien trató con gran dignidad).
De allí partió a la hoy tristemente famosa isla de Lesbos, visitada este fin de semana pasado por el papa Francisco, de donde acoge como huéspedes del Vaticano a tres familias procedentes de Siria. En esa isla, vivió felizmente Aristóteles durante tres años, seguramente dedicado a la investigación marina, antes de pasar como preceptor de Alejandro Magno, de trece años, hijo de Filipo de Macedonia. Su fervor por la enseñanza, le llevaría finalmente a Atenas para establecer su labor docente en el gimnasio llamado el Liceo paseando por sus pórticos (peripatético).

La presencia del diálogo entre gente pensante, gobernantes y académicos, es lo que nos gustaría destacar. Estos ejemplos aquí mostrados no significan que las relaciones de aquellos tiempos fueran mieles sobre hojuelas. Pero se  ofrecen como paradigma de convivencia a un tiempo de la historia, en donde se tiene la impresión de que, a pesar de gastar sus días hablando, no hay manera de establecer siquiera un diálogo, tal como ocurre estos días en España.

Desde luego, dan pena y vergüenza ajena de contemplar a  personajes todos procedentes de la "academia", pero incapaces de genera esa liturgia de la relación interpersonal, llamada diálogo, una especie en extinción. Eran, sin duda, amigos de la sabiduría

La suerte de todos estos relatos cambió sin duda, cuando la sospecha y la calumnia horadaron los fundamentos del conocimiento, sin el que no se puede construir. Como la especulación de los media con los pronunciamientos de Francisco.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra