La paciencia todo lo alcanza

 


La agitación es una de las particularidades de las personas de nuestro tiempo. No importa la condición social o el país de procedencia. Tampoco el grado de los estudios realizados. La preocupación continua por resolver o quitarse de encima los problemas se convierte en un devaneo que impide la paz.

La paz no es sino el componente principal de la paciencia (paz y ciencia), esa "tranquilidad en el orden" necesaria para acometer confiados los trabajos del día. Hace falta "orden", poner cada cosa en su sitio, en su horario, para ir luego acometiendo lo planeado. Si se alcanza lo estipulado, bien, dar gracias; de lo contrario, pedir perdón y comenzar de nuevo al día siguiente o cuando sea necesario. Luego, la "ciencia" consiste en saber cómo se debe realizar cada tarea antes de acometerla; en caso de desconocer, se indaga y se pregunta hasta lograr la seguridad antes de realizar la tarea. 

No anda mal la Real Academia de la Lengua Española cuando define la "impaciencia", es decir, la falta de paciencia, como un trastorno emotivo que se caracteriza por una hiperactividad corporal desordenada y confusa, muy en consonancia con la psicología. Pero la creadora del verso "la paciencia todo lo alcanza", la santa Teresa de Ávila (s. XVI),  no ponía su inspiración en estas proposiciones de la ciencia, y navegaba segura  en la experiencia personal nacida de la vida del espíritu, y nos regala con arte los versos siguientes, que tanto bien podrían hacer hoy día a los que han perdido el sentido sobrenatural de sus vidas, al dejar a Dios de lado a raíz de tanto preocuparse por las cosas reales o imaginarias en su cabeza. 

"Nada te turbe,

Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,

La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta".


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